Aquel mundo poseía una forma cuadrada y blanca, la textura era fina y se maquillaba con la tinta del bolígrafo que escribía las distintas letras que se entrelazaban entre ellas…
Ese mundo era un papel donde una niña escribía conceptos sobre ciencia, literatura o historia, pero lo que no sabía es que inconscientemente también se estaba describiendo a sí misma.
Cuando terminó de escribir sobre aquello que había aprendido en la escuela, le entregó su escrito a una mujer desconocida que caminaba por los pasillos del colegio, la mujer sorprendida ante lo que le entregaba, preguntó:
-¿Eres introvertida? ¿te cuesta expresar tus emociones? ¿tienes creatividad? ¿eres persuasiva? .
La niña sorprendida ante su respuesta, respondió:
-No entiendo nada, no he escrito eso en el papel ¿cómo puedes saber todo eso de mí?
La mujer se apoyo en ella y dijo:
–Me acabas de entregar una joya gráfica. Tus letras y tu forma de escribir hablan de ti. Soy grafóloga y los grafólogos tenemos ese defecto. Dejamos de leer para visualizar las diferentes grafías, ya que esas letras son las que hablan de la inherencia de uno mismo, de nuestro subconsciente, de aquello que somos y no siempre mostramos.
La niña sorprendida preguntó:
-¿Tienes poderes?.
Ella respondió:
-Más quisiera… pero no, soy grafóloga, y ello requiere un estudio apasionante con múltiples parámetros dónde analizamos los movimientos y llegamos a una conclusión. En la escuela nos enseñan a escribir, pero no te dicen cómo debes presionar el bolígrafo, si debes unir las letras o separarlas o si tienes que hacer un garabato o poner tu nombre en tu firma. Y es esa libertad de elección a la hora de escribir es la que nos define y hace que nosotros seamos capaces de conocer un poco más de nosotros.
Los grafólogos no tenemos poderes, simplemente analizamos movimientos que reflejamos sin apenas darnos cuenta. Dicen que una mirada vale más que mil palabras y yo digo que un manuscrito vale más que mil miradas.
La niña sorprendida ante sus palabras comenzó a investigar sobre aquello y descubrió el sorprendente mundo de la Grafología.
Todo lo que no te enseñan en la escuela, pero que te facilita conocer aspectos de ti que desconoces, ese papel lo llamo espejo y gracias a él aquella persona desconocida pudo identificar su alma mientras coqueteaba con la magia de sus infinitas letras.
Excelente artículo! Una verdadera pena que se esté perdiendo el hábito de la escritura, a mano. Gracias por tus sabias aportaciones, que nos hacen, reflexionar y nos instruyen en las cosas interesantes que aporta la grafía.
Que bonito cuento. Le diste bien duro a José Luis Moreno en salvame
Ole tu
Mejor no escribirte una nota de amore