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Entrevista a Almudena Puyo, intérprete no binarie

Fuente: Cuco Cuervo

“Que no lo entiendas o no lo conozcas no te da derecho a decir que no existe, a negarme”

Desde que realizamos la entrevista, tengo esta frase de Almudena Puyo clavada en la nuca. Almudena no es ni actriz ni actor. Es actrice o intérprete. Porque, más allá de su oficio, Almudena es una persona no binaria. Es decir, no se identifica con el género masculino ni con el femenino.

El desconocimiento sobre el género no binario hace de estas personas una de las siglas menos visibles del colectivo LGTBIQA+. Las personas no binarias son las trans de las que menos se habla. Y, como repitió Almudena varias veces durante la entrevista, “lo que no se nombra no existe”.

‘Tú eres mujer, te pongas como te pongas”; “Yo eso no lo entiendo”; “¿Cómo no vas a sentirte ni lo uno ni lo otro?”; “Cada día es una etiqueta más”; “Anda ya, eso no existe”. Son algunas de las respuestas que recibe cada vez que se presenta como ‘elle’. “Me genera mucha inseguridad, porque yo te he confiado algo íntimo y me lo has negado. Eso es muy violento. Es un negacionismo absoluto con el que te intentan decir que estás mal de la cabeza. Luz de gas”. Estos comentarios, que algunos pueden ver como inofensivos, en realidad hacen que la persona que los sufre tenga que recluirse para poder ser en libertad. “No es justo que te obliguen a quedarte en tu entorno reducido para ser feliz. Que te tengas que pasar la vida en solitario para poder estar a gusto”.

Y cuando no son las personas quienes niegan deliberadamente su identidad a les no binaries, son los formularios, el DNI, los baños… “Da mucha rabia. Porque antes de darme cuenta de lo que era, me podía escocer un poco. Sin saber por qué. Pero a día de hoy, por ejemplo, los baños me molestan. Tienes dos puertas, chicas y chicos, y a mí me dan ganas de darme contra la pared, en el tabique de en medio”.

Afortunadamente, no siempre es así. Almudena lleva dos años de gira con ‘Dados’ por teatros e institutos, una obra de teatro que “justamente habla de lo peligroso que puede ser negarle a la persona su identidad. Es muy guay poder hacer ese debate y ese discurso desde mi oficio, desde un escenario. Y poderles hablar desde la experiencia propia. Hablar de eso a edades tempranas… A mí me hubiera ayudado muchísimo y me hubiera librado de muchos problemas”.

“Me dediqué toda la infancia a decir que quería ser un niño. Con el tiempo me doy cuenta de que no quería serlo”

Fue durante ese proceso, haciendo la obra, cuando Almudena salió del armario. “En un debate con 400 alumnos mientras estaba explicándoles la diversidad de identidades. Y dije ‘existimos las personas no binarias, como yo’. Para mis compañeros salí ahí, porque no les había dicho nada”. Cuenta feliz que, si tuvo fuerzas para hacerlo, fue gracias a su entorno. “Por primera vez en mucho tiempo me sentía cómode con quienes tenía a mi alrededor. Sentía que todas esas dudas o miedos los podía compartir. Y sabía que me podía mostrar tal cual era sin miedo a que no me aceptaran, o a que me negaran”.

Hasta que por fin pudo encontrar un entorno seguro en el que apoyarse, Almudena pasó por contextos en los que se le excluía por ser diferente. “Soy de Churriana [Málaga]. Creo que es importante porque es un lugar muy pequeño. Y el acceso a referentes o a personas que pudieran estar pasando o sintiendo lo mismo que yo… Era más difícil […] Me sentía bastante especialite. Me caía bien a mí misme, pero notaba que no encajaba ahí”.

“Me dediqué toda la infancia a decir que quería ser un niño. Con el tiempo me doy cuenta de que no quería serlo”. Pero había algo que no encajaba entre lo que le decían que tenía que ser, y lo que sentía y quería. Y esa era su forma de expresarlo. “Tuve la suerte de que mis padres no me han puesto trabas en ese sentido, motivaban lo que quería hacer…”. El rechazo no venía de casa, sino de la sociedad. “Al llegar al colegio, a un campamento… No tenía ese espacio seguro que tenía en casa. Y te marginaban por ello”.

“El lenguaje neutro seguirá siendo ajeno si no se usa regularmente”

Con la adolescencia, llegó la soledad. Y con ella un fuerte deseo por encajar. “Cuesta mucho asimilarlo. Da rabia, da pena, no lo entiendes… Piensas que el error eres tú, que tienes que cambiar para poder encajar en algo… De lo que tú has salido voluntariamente, por no aceptar las normas establecidas”. Fue por eso por lo que Almudena intentó adaptarse y pasar por el aro de la feminidad para ser aceptade por un grupo de chicas del instituto. “Fue muy feo. No me reconocía en el espejo. Ya no solo físicamente hablando, sino en muchas de las decisiones que tomaba, mis comportamientos… Habían cambiado hasta mis motivaciones”. Cuando Almudena se dio cuenta de que no le iban a aceptar ni siendo elle misme ni pasando por el aro, rompió con todo eso. “Era como dos monstruos comiéndose el uno al otro. Dos personalidades peleándose hasta que al final volví a mí, afortunadamente”.

El proceso de reconocerse a sí misme no culminó del todo hasta que no conoció a otres iguales. “En la Acampada Feminista Sol […] había gente no binaria y trans. Y escuchar el testimonio y las verdades de personas con esa identidad es lo que me ayudó a entenderlo y a comprobar que yo, que nunca había encajado en ningún lado, sí que podía hacerlo. Se me aliviaron muchas dudas, se me iniciaron muchas tantas… Pero de pronto lo entendía todo”. Saber que existía, que tenía un lugar, le relajó y le alivió.

Por eso, para nombrarse y saber que existe, Almudena decidió dejar de usar palabras sin género, ambiguas, y emplear el lenguaje neutro, el famoso “todes”, para referirse a sí misme “porque la persona que rechaza el ‘todes’, si no lo incomodas con esa palabra, no lo integra. Y el lenguaje neutro seguirá siendo ajeno si no se usa regularmente”. Aunque no le importa que le traten de “ella”, siempre que no pasen por alto su identidad, esgrime el lenguaje neutro como arma política.

“El feminismo tiene que ser transversal”

Y si el lenguaje es su arma, sus referentes son su munición: “Esty Quesada (Soy una pringada); Bala, una persona no binaria que hace drag a nivel internacional; Darko, une activista que me ayuda muchísimo leerle; Ezra Miller, Chenta Tsai… Son referentes para mí. Y forman también ese entorno seguro. Pero no sé si son accesibles porque no se habla del tema fuera del entorno. No está a pie de calle. Joder, yo tengo 28 años y hasta los 25 años no sabía lo que era una persona no binaria, siéndolo. Y es una pena porque tenemos herramientas con Internet para que sea sencillísimo”.

Tristemente, el desconocimiento desemboca en negacionismo e incomprensión, a veces convertido en verdaderos mensajes de odio. Y eso impregna todas las capas de la sociedad. Incluido un mal llamado ‘feminismo’. Almudena habla con tristeza y enfado de la transfobia dentro del movimiento: “Dejemos de llamar TERF a la gente. Porque es llamarlas ‘feministas pero’. Y no son feministas. Son personas tránsfobas. El feminismo tiene que ser transversal. Eso significa que dentro de la lucha están las mujeres trans al igual que las migrantes, las racializadas, las neurodivergentes… Todas formamos parte. Es la lucha de todas. Y aquí no hay debate. El feminismo será transversal o no será”. Porque, si no es un espacio seguro para todas y todes, no lo es para nadie.

Si llegadas a este punto, sigues siendo escéptica y pensando que les no binaries no existen, Almudena tiene un mensaje para ti: “Las personas que no sufren una opresión, que dejen de hablar de ella como abanderadas. Que nos dejen a las personas trans no binarias hablar y debatir sobre lo nuestro. Si tienes dudas, te vas a tu casa, debates, buscas a alguien que sepa… Pero no niegues a nadie su identidad. Es como si dices que la Tierra es plana porque no la has visto. Pues mira, hay gente que se ha subido a un cohete y te está diciendo que la ha visto. Y hay gente que te está diciendo que es no binaria. Yo no te estoy quitando derechos por ser lo que soy. Ni te estoy negando que seas mujer u hombre. Te estoy diciendo ‘¿Tú eres eso? OK. Pues yo soy no binarie’. Déjame serlo”.

“A veces limitar el entorno también es mandar a la mierda a gente de la familia”

Y, si, mientras lees esto, estás dudando sobre tu identidad o acabas de descubrirla y no sabes qué hacer, también tiene otro mensaje para ti: “Paciencia. Lo primero es que tú confíes en ti. Y que sepas que no sólo tienes derechos, sino que los mereces. Y lo segundo es asegurarse de que el entorno es bueno. A veces creemos que el entorno es lo que tenemos literalmente más cerca o la familia. Se mitifica eso de seguir con el mismo grupo de amigas toda la vida. Pero hay que desmitificarlo y asegurarnos de que el entorno, que les amigues que tú eliges, sean personas sanas, que apoyan tu identidad y la respetan. A veces limitar el entorno también es mandar a la mierda a gente de la familia. Es durísimo. Pero a veces hay que hacerlo. No puedes negarte a ti misme por tu madre, tu padre o tu tío. Es durísimo, pero es verdad. Rodéate de gente que te quiera con todo. Sin dudas ni resquicios”.

El mensaje de Almudena no deja lugar a dudas. Respetemos y dejemos ser a las personas sin resquicios ni peros. Porque “si no me das la oportunidad de salirme de esas etiquetas chico/chica… Es como volver a ese momento a cuando tenía seis años y pensaba ‘quiero ser un chico, porque si no, no encajo’”. Porque nuestra intolerancia puede devolver al armario a quienes ya habían trabajado para salir de él. Y, mientras nosotras nos deconstruímos, Almudena seguirá combatiendo el odio desde su escenario, a pie de función.

Rocío Esperilla

Productora, feminista, vegetariana y bisexual. Ideal para una cena familiar.

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