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El perdón

Por el título se podría pensar que el artículo va sobre una canción del verano de Enrique Iglesias o de David Bisbal, que se pasan la vida pidiendo perdón, y justamente de esto quería hablar.

Este año me aposté una casa y eso me está dando mucho juego, ya que me está haciendo viajar bastante para gestionar cosas. Pero me encanta, porque me da la oportunidad de compartir tiempo con una de mis mejores amigas, esos angelitos que la vida pone en tu camino y que a veces llegan de la manera más increíble, tanto, que incluso crees que no es posible… pero soy de las que cree en la magia, o en los milagros, como queráis llamarlo.

A principios de este verano conversaba con mi amiga sobre lo difícil que es perdonar, pero no como en las canciones de verano, en las que se piden perdón a otra persona. No, lo más difícil es perdonarse uno mismo. Y a mí perdonar y perdonarme fue una de las cosas que más me cambió la vida.

Es cierto que perdonar al otro muchas veces es complicado, porque conlleva enfrentarse a muchas cosas, ya que no se trata sólo de las emociones que te supone a ti, sino de entender las de la otra persona. Ser capaz de mirarle desde la compasión pasa por esto, por entender y aceptar (así por orden) que no supo o no sabe hacerlo de otra manera, que cada uno tiene sus dificultades para hacer las cosas y que no siempre las cosas tienen que ser como nosotros queremos; y desde ahí, desde esa comprensión, perdonar con cariño. Esto para la mente es un reto, que en ese afán de salir airoso y protegerte va por ahí con actitud chulesca.

Pero como decía, es más difícil perdonarte a ti mismo que perdonar a los demás, porque nos cuesta querernos y entendernos a nosotros mismos. 

La comprensión de que no supimos o no pudimos hacerlo de otra manera, y que la próxima vez lo intentaremos hacer mejor, es el punto de partida desde donde podemos comenzar a perdonarnos. Nadie dice que no sea complicado, de hecho, es uno de los retos más difíciles del día a día, pues siempre tenemos algo o a alguien a quien perdonar.

Pero hay algo muy, muy especial en perdonar y perdonarse, que es la liberación. El perdón nos hace libres, rompe ataduras, cadenas o cuerdas que te mantienen unido a aquello que no perdonas.

Cuando perdonas liberas y cuando liberas sueltas.

El perdón nos hace libres, rompe ataduras, cadenas o cuerdas que te mantienen unido a aquello que no perdonas. Cuando perdonas liberas y cuando liberas sueltas.

Es una breve reflexión, y simplemente se trata de una invitación a quien lo sienta, para que se tome tiempo y piense desde el corazón, pues el corazón también piensa.

El perdón, es lo más potente que podemos hacer en nuestra vida, aprender a perdonar y sobre todo perdonarnos, en definitiva, ser libres.

Elena Pérez

Trabaja para una multinacional y escribe de moda en su blog y para nosotros.

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