Me acuerdo de la primera vez que nos dieron una charla en el colegio sobre educación sexual. Me acuerdo de la tontería general que se armó en clase cuando la profe nos dijo que iban a venir a dárnosla. En ese momento no lo entendí, pero ahora sí lo entiendo. Entiendo que el sexo ya era un tabú, un concepto estereotipado y absolutamente alejado de la realidad.
“¿El chico podría ponerse dos condones en vez de uno?”
Por alguna razón que desconozco, me acuerdo mucho de varios detalles de aquel día. Las cosas básicas, es decir, la Biblia de lo que para aquella señora parlanchina eran las relaciones sexuales seguras, estaba servido en bandeja. Condón, concepto de pene y vagina, qué es una relación sexual entre hombre y mujer, embarazo y poco más. Cuando llegó el momento de hacer preguntas nadie se atrevió a levantar la mano. De esto que voy a afirmar no me acuerdo porque realmente no lo sé, pero me imagino un angelito y un demonio encima de las cabezas de todas mis compis debatiendo sobre si era buena idea o no preguntar. En mi cabeza no se activó ninguna segunda voz, así que me lancé a ello. Yo, con la inexperiencia que dan los 13 años de edad, pregunté lo siguiente más o menos con estas palabras: Para que la relación sexual sea más segura… ¿el chico podría ponerse dos condones en vez de uno? Porque así si se rompe, hay otro debajo por si acaso. A la mujer que daba la charla se le escapó una pequeña risa, lo entiendo. Y mis compañeros/as simplemente se quedaron en silencio. Ahora pienso que si pregunté aquello fue porque en el fondo ya sabía que el sexo podía ser algo mucho más complicado de lo que a priori parecía según aquella charla.
A mis 25 años, soy una persona a la que le gusta hacerse preguntas, imaginaos si me gusta cuestionármelo todo que he metido una pregunta hasta en el título de este artículo. Además, el panorama terrorífico que nos rodea en cuanto a lo que bajo mi punto de vista deberían ser las relaciones sexoafectivas ha hecho que siga preguntándome hasta qué punto se me dio la información necesaria en aquel momento y hasta qué punto se les da a los más jóvenes hoy en día.
Hace unas semanas saltó la noticia de que Naim Darrechi, Tiktoker de profesión, porque ahora resulta que hacer Tik Toks es una profesión. Bien, pues este individuo confesó en una entrevista que engañaba a las chicas con las que se acostaba diciéndoles que era estéril y que podían hacerlo sin protección. En la entrevista también alegó con mucha decisión que es que con condón no lo notaba igual.
Más allá de lo terrible que es esto, a mi me conectó con mi adolescencia y con aquella charla del colegio.
Y eso me llevó a preguntarme muchas cosas:
¿Cuándo se habla de responsabilidad afectiva en este tipo de charlas? ¿Cuándo se habla de las enfermedades de transmisión sexual? ¿Cuándo se habla del aborto como posibilidad para las mujeres? ¿Cuándo se habla del consentimiento? ¿Cuándo se habla de las violaciones? ¿Cuándo se habla de la asexualidad? ¿Cuándo se habla de relaciones homosexuales? ¿Cuándo, en definitiva, se va a dar visibilidad a la diversidad y al mismo tiempo al peligro que llevan consigo las relaciones sexuales?
Mientras tanto, yo seguiré esperando. Seguiré mirando al cielo esperando a que llueva algún piano. Seguiré esperando a que críe pelo la primera rana de la historia.