‘Abraza, abraza y sana el alma’
El otro día me pregunté cuántos días llevaba sin abrazar a alguien. A priori, parece algo sencillo de responder, pero como siempre que nos ponemos a hablar con nuestro yo interior, una pregunta nos lleva a otra pregunta y esta, a otra. Así, hasta que terminamos con muchos interrogantes y ninguna respuesta.
‘ABRAZAR’. La RAE lo define como un acto de ceñir con los brazos, de estrechar entre los brazos en señal de cariño. Pero como con el 99% de las cookies que aceptamos cuando navegamos, se nos olvida leer la letra pequeña. Esta dice que esos abrazos que de forma voluntaria arrojamos sobre las personas que queremos, son en realidad, la forma más sutil de depositar nuestras emociones en brazos de alguien con la mayor de las discreciones.
Todas estas suposiciones, me llevaron a preguntarme, en esta ocasión, algo no tan sencillo de Responder. Y es que mi mente, se puso a tratar de adivinar, de todos los abrazos recibidos a lo largo de mis 25 años, cuántos habían supuesto un alivio en mayor medida para la persona que me estaba estrechando entre sus brazos que para a mí. Porque, al igual que con los besos, recibimos muchos abrazos que no significan nada para nosotros. Pero ahora lo entiendo. No eran para nosotros. No eran para mí.
Pensé, que, si me dejarán volver a cualquiera de esos instantes, abrigaría más ese abrazo. Porque no era yo la que lo necesitaba. Abrazar MÁS y recibir MEJOR. Esas podrían ser las claves de un buen abrazo. Más y mejor. Abrazar de forma más recurrente, para dejar que otros nos curen y recibir mejor los abrazos de otros, para ayudar a sanar.
De entre todas estas teorías de domingo por la tarde, apareció otra incógnita por despejar en la ecuación. Las personas profundamente cariñosas. Quizás son en realidad, un reflejo de lo que necesitan. Amor. Cariño. Paz. Mucha paz.
No sé en qué momento nació en mi esa necesidad de recordar cuando fue la última vez que abrace. Lo que sí sé, es que, desde hace tiempo, abrazo mucho. Y fuerte. Y cuando no lo hago, lo necesito.
Nadie puede vivir eternamente sin abrazar. Nadie en su sano juicio puede aguantar eso.
Con permiso de Extremoduro, a ti, que estás leyendo esto, te digo: ‘Abraza, abraza y sana el alma’.
