El concepto de citas comenzó realmente a principios del siglo XX. Antes de 1900, el cortejo era algo mucho más privado y un asunto carente de emoción. Las mujeres conocerían a diferentes hombres, con sus padres siempre presentes, haciendo una elección teniendo en cuenta factores como su estatus financiero y social. Cuando una mujer elegía a un hombre exclusivamente, sus actividades como pareja tenían lugar en el hogar familiar o en reuniones sociales. En aquella época no era posible que la pareja tuviera una cita a solas.
“El objetivo de estas citas era siempre el matrimonio”
Sin embargo, a principios del siglo XX, las parejas comenzaron a salir juntos, en público y sin supervisión. El objetivo de estas citas era siempre el matrimonio. Aquí ya existe una diferencia con las relaciones actuales, donde el asunto del matrimonio a veces ni se menciona hasta pasado unos años en la relación, hay muchas parejas que deciden no casarse o establecerse como parejas de hecho.
Del cortejo a las citas
Había una diferencia entre cortejo (courtship) y citas (dates). Cuando las personas comenzaron a tener citas, las relaciones eran menos restrictivas y más personales.
Diferentes instituciones comenzaron a tener presencia en la vida de hombres y mujeres como el colegio, la universidad, los lugares de trabajo, lo cual les exponía a un amplio abanico de potenciales parejas y citas. Como resultado, el propósito de las citas en este momento pasó a ser principalmente el de la diversión, no el objetivo de encontrar una pareja para casarse. Sin embargo, si tras varias citas, estaban interesados en establecer una relación exclusiva, se formaría una pareja. Esta forma de relacionarse comienza a recordar a la actual, dejando al ritual del cortejo enterrado para siempre.
De una unión aprobada socialmente al amor romántico
Con la introducción del concepto de las citas, también vino el foco en el enamoramiento, en lugar de centrar la importancia en una unión que fuera aprobada por la sociedad. A principios del siglo XIX, las parejas consideraban que el amor era un pre-requisito para el matrimonio. En años anteriores, el amor no se veía como algo central e importante, y si llegaba a darse, sería después de que la boda había tenido lugar.
Los escritos y novelas de ficción de la época, hablaban de respeto mutuo, reciprocidad, y romance como ingredientes de buenos matrimonios. El deseo de escalar en la clase social ya no era tan importante, sin embargo, el deseo de encontrar una pareja compatible de larga duración ocupó su lugar.
El cambio en las relaciones “formales” y el sexo
En los años 50, tener una relación formal, era sinónimo de tener una relación exclusiva. El hecho de que el hombre le diera un anillo a la mujer e incluso algo de ropa, era suficiente para hacer público que aquella relación iba en serio. Las citas tenían que ver más con la cultura juvenil que con las expectativas familiares.
La forma en la que dos personas experimentaban la sexualidad también cambió. A principios del siglo XX, la sexualidad era un tema que se trataba abiertamente. A medida que las citas se convertían más en placer personal, la expresión de la sexualidad era más común.
Los 50 y el aumento de la población
Curiosamente en esta época en Estados Unidos, aparecieron los términos “necking” y “petting”, el primero refiriéndose a besos y caricias en el cuello, y el segundo, por debajo de éste. Cuando pensamos en los años 50, creemos que fue una época de “pureza” y de la esposa perfecta, pero en realidad, fue una época de cambio sexual que resultó en un aumento significativo de la población.
La revolución de los 60
Entre la popularización del Rock & Roll y las protestas por la Guerra de Vietnam, la cultura juvenil de los 60 estaba muy ligada a la revolución. La gente joven no solamente se resistía y protestaba contra las actividades del gobierno, sino contra las antiguas convenciones sociales. Si en los 50 la gente joven comenzaba a experimentar con el sexo, en los 60, fue la explosión de la actividad sexual en nombre de la libertad.
El sexo antes del matrimonio dejó de ser tabú, y comenzó a escucharse el término “amor libre” – tener relaciones antes del matrimonio o sin tener que estar en relaciones consolidadas de larga duración. Ya no había reglas. La gente joven hacía lo que quería cuando quería.
Los primeros servicios de “emparejamiento”
El siguiente cambio significativo, comenzó con los servicios de “matchmaking” o emparejamiento e internet. En 1965 dos estudiantes crearon lo que llamaron “Operation Match” para facilitar las citas entre la gente joven.
Internet oficialmente estaba disponible para todo el mundo a partir de 1991, y las páginas webs de citas comenzaron a aparecer por todos lados. Match.com se fundó en 1995, y a partir de esta surgieron muchísimas más.
Las app de citas: la nueva y consolidada forma de ligar
En 2020 encontramos a pocas personas solteras (y a veces incluso personas en pareja o casad@s) que no tengan al menos una de estas app en su móvil: Tinder, Plenty of Fish, Meetic, Bumble, sólo por nombrar algunas. Aunque algunos piensan que este nuevo enfoque para ligar funciona, muchos otros suspiran al pensar en el actual juego del “ligoteo” o de encontrar a la pareja ideal. ¿Por qué tantos millenials e incluso de otras generaciones anteriores se quejan hoy en día sobre lo frustrante y complicado que es conseguir pareja, cuando se supone que la tecnología ha llegado para hacerlo más fácil?
El individualismo se ha hecho cada vez más importante en nuestra cultura, y la tecnología juega un papel muy importante en ello. Simplemente piensa en el concepto del “selfie”. Esta generación está mucho más enfocada en sí misma que generaciones pasadas. Si eso lo combinamos con la cultura de “rollo de una noche” o “amigos con derecho”, encontrar alguien para un compromiso real y duradero se vuelve una difícil tarea.
