Ayer conocíamos la desgarradora noticia que ponía fin a tantas horas de búsqueda sin rastro de las dos pequeñas. Anna y Olivia fueron dos víctimas de una persona sin escrúpulos, un hombre tan malvado y perverso capaz de asesinar a sus propias hijas.
La isla de Tenerife hoy llora sus pérdidas, España entera está de luto, pues nos siguen asesinando, la violencia de género puede atacarte de muchas formas, pero nada peor que toquen a tus hijas. Beatriz no perdió la esperanza hasta el último segundo de volver a reencontrarse con sus pequeñas, su ex pareja se las ha arrebató. «No vas a volver a verlas» fueron las últimas palabras de Tomás Gimeno, la frase que sentenciaba su asesinato machista.
Un plan tan maquiavélico como meterlas en bolsas separadas y tirarlas hasta lo más profundo del mar para dificultar así su búsqueda, pero al plan se le escapó un pequeño detalle crucial para su localización: el teléfono móvil. La última llamada que se efectuó posicionó a la policía en las coordenadas exactas donde se encontró a Olivia.
Como tinerfeña, he podido ver como los helicópteros pasaban día tras día rodeando toda la costa, barcos que venían de diferentes partes de España, perros rastreadores, controles de tráfico en toda la isla, sumado a una gran marea de personas movilizándose por las redes y cuestionándose «¿dónde estarán Anna y Olivia?».
Un hombre que no superó la ruptura con su ex pareja y menos aún, que ella rehiciera su vida con otro hombre. El final de esta trágica historia ha sido el resultado de una violencia vicaria, derivada del maltrato de género que consiste en dañar a la madre de forma indirecta, arrebatándole aquello que más quiere y que más dolor le genere: sus hijas.
Descansen en paz angelitos.