Ayer conocíamos la desgarradora noticia que ponía fin a tantas horas de búsqueda sin rastro de las dos pequeñas tinerfeñas, Anna y Olivia, de seis y un año de edad, víctimas de violencia vicaria presuntamente asesinadas por su propio padre, Tomás Gimeno.
La isla de Tenerife llora sus pérdidas, España entera está de luto, pues nos siguen asesinando, la violencia de género puede atacarte de muchas formas, pero nada peor que toquen a tus hijas. Beatriz Zimmermann, madre de Anna y Olivia, no perdió la esperanza hasta el último segundo de volver a reencontrarse con sus pequeñas. “No vas a volver a verlas”, fueron las últimas palabras de Tomás Gimeno, la frase que auguró un asesinato machista.
Un plan tan maquiavélico como meterlas en bolsas separadas y tirarlas hasta lo más profundo del mar para dificultar así su búsqueda, pero al plan se le escapó un pequeño detalle crucial para su localización: el teléfono móvil. La última llamada que se efectuó posicionó a la policía en las coordenadas exactas donde se encontró a Olivia.
Un hombre que no superó la ruptura con su ex pareja y menos aún, que ella rehiciera su vida con otro hombre. El final de esta trágica historia ha sido el resultado de una violencia vicaria, derivada del maltrato de género que consiste en dañar a la madre de forma indirecta, arrebatándole aquello que más quiere y que más dolor le genere: sus hijas.
Descansen en paz angelitos.