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¿A quién le dedicamos nuestro tiempo?

Es la era del sobrepensar, callamos nuestra intuición para darle todo el poder a nuestra mente. 

Es la era de la hiperproductividad, del hacer antes del ser. Nos han vendido que, cuánto más hagas y más trabajes, más dinero tendrás, y que nuestro nivel de felicidad será proporcional al dinero y a las cosas que tengamos.

Vivimos en la contrariedad de anhelar la libertad y el descanso, al tiempo que llevamos relojes que han pasado de indicar la hora, a medir el pulso y marcar ritmo de nuestra vida.

Ocupamos la agenda de tareas pendientes y no descansamos hasta que hayamos marcado un check en todas ellas. 

Y si eres de los que consideran que no tienes tiempo y nunca llegas a nada, las redes sociales están llenas de multitud de propuestas para que dejes tu descanso de lado y te levantes a las 5 de la mañana, comiences meditando, escribiendo durante media hora un bullet journal, hagas una hora de deporte, prepares un desayuno healthy, te vayas al trabajo, una jornada llena de tareas y reuniones, a poder ser, luego quedes a comer con un amigo o amiga, vuelvas al trabajo, hagas la compra, regreses a casa y te encargues de todo lo demás, esto es, familia, tareas hogareñas… ¿En qué estado psicológico y mental lo vas a afrontar? De eso ya no hablan. 

Los visionarios tienen claro qué es lo que más valor tiene en la sociedad actual y, por supuesto, es nuestra atención y nuestro tiempo. El Fundador de Netflix, Mitch Lowe, reconoció en una entrevista que no tenía miedo a la competencia de otras plataformas, porque su único mayor competidor son nuestras horas de sueño. De hecho, las plataformas de entretenimiento tienden cada vez más al scroll sin fin, a la reproducción automática de episodios y películas, todo con el objetivo de mantenernos delante sin ser conscientes de que se está yendo nuestro tiempo.

A todo esto, nuestro cansancio crónico, estrés y ansiedad, le tenemos que sumar que es la era de la sobreinformación, cientos de mensajes por distintos canales que nos impactan a diario. Todos nos hemos convertido en receptores de mensajes sin filtrar, cada vez es más difícil comprender qué hay de verdad y autenticidad en ellos.

Científicamente el cerebro humano está expuesto a cerca de 65.000 pensamientos y 20.000 estímulos externos por día, eso es mucho más de lo que nuestro cerebro es capaz de asimilar. ¿Cuántos mensajes recibimos a diario y por cuántos canales? En el trabajo, de nuestros amigos, familiares o entorno más cercano, de los medios de comunicación, la publicidad que se cuela por todos lados… 

En este tiempo en el que parece que sobra de todo, no hay lugar para la escucha interna, para la espontaneidad, el silencio, incluso el aburrimiento. Toda la atención se desplaza hacia fuera, al exterior. Cada vez nos cuesta más entender qué es lo mejor para nosotros porque no nos permitimos escucharnos, sentirnos o vernos.

Si os sirve lo que os voy a decir, para mí la mayor revolución que podamos hacer en la actualidad es la de volver a hacernos dueños de nuestro tiempo, decidir conscientemente a qué y a quién le dedicamos nuestra energía, y con qué información nos quedamos.

Marian Moure

Experta en marketing sostenible y ético, comunicadora, divulgadora y formadora

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