Llevamos varios días de confinamiento y no paro de escuchar quejas sobre la angustia que nos genera sentirnos enclaustrados quejándonos de aquello que NO PODEMOS HACER.
Echo de menos el ruido de Madrid, el poder caminar sin rumbo, tomar cañas con amigos, abrazar, darnos apretones de manos, palpar, viajar, trabajar, vivir deprisa…
“Pero pensándolo bien, de poco nos sirve quejarnos. Debemos sacar el lado bueno de todo esto y pensar que es lo que SÍ PODEMOS HACER”
Ahora tenemos tiempo para estar en casa, descansar, leer, crear, investigar, ordenar, teletrabajar, hacer circuitos con rollos de papel higiénico, jugar con los niños, y por supuesto echar de menos.
He recibido noticias de amigos que hace mucho tiempo no se veían y han reanudado el contacto, ex parejas que reaparecen para contactar con aquella ex con la que acabaron fatal , incluso familiares que estaban enfadados se mandan mensajes donde simplemente escriben: “Os echamos de menos”. También he conocido vecinos que se han conocido, incluso otros que se han enamorado…
Reconciliaciones y acercamientos a aquellas personas que en algún momento nos hicieron felices; personas con las que muchas palabras se quedaron en el aire. Y es en ese preciso momento cuando te paras y piensas:
“¿Fue la falta de amor lo que me alejó de aquellas personas o simplemente fue la falta de tiempo?”
Aún tenemos tiempo para encontrar la respuesta, es tiempo de echar de menos…
