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“7 de cada 10 parejas se separan”

Estamos en plena pandemia emocional, según los últimos estudios 7 de cada 10 parejas se separan, porque  seamos honestos, amar no es sinónimo de soportar. Ya no tenemos la obligación de aguantar  en una relación que no funciona como hicieron otras generaciones, sin embargo, la sociedad sigue visualizando la vida en pareja, y cayendo en el inmenso error de relacionar soltería con infelicidad, y aquí entra como “solución” las famosas apps como Tinder, Bumble, Sugar Daddy o Raya, que pretenden ponerte una personita en el camino, ya sea como pareja o amigo especial. El método es rápido a la par que  frívolo,  ya que las personas se convierten en productos, como si fuéramos un capricho que pides por Glovo y en 15 minutos (si así lo deseas) lo tienes  en casa listo para comer. 

Decidí meterme en una de ellas por simple curiosidad una aburrida tarde de domingo, ya que muchos conocidos me comentaban sus citas y me resultaba divertido, no obstante, debo reconocer que siempre lo he visto como un juego y no me he atrevido a quedar con nadie con la que he interactuado por estas apps  y menos aún cuando he charlado con alguno de esos hombres que cuando escriben un par de palabras te das cuenta que tienen el cerebro a pocos metros de su falo. 

Quiero hacer un breve resumen del tipo de personas que navega por estas apps y que considero que son dignas de exponer: 

  1. El LUNNI. Os dais “match” y decides entablar conversación, pero por arte de magia tiene la poca originalidad de darte los “buenos días y las buenas noches”, así sin conocerte de nada. Cree que si te trata como si fueras un lunni te tendrá en el bote. A alguna le gustará , pero gracias a Dios no necesito un “buenos días” para sentirme querida. 
  2. EL DESPECHADO. Deja muy claro cuando nadie le ha preguntado que solo quiere algo casual,  y cuando seguís hablando te das cuenta que aún no ha superado la ruptura con su su ex, porque por supuesto “estaba loca” y él “muy cuerdo” es todo un malote que se convierte en víctima cuando se le antoja y cree que puede superar el duelo buscando la aprobación con un simple match o acostándose con una cada semana. 
  3. EL CAZADOR. Considera que una relación se “busca”, ya que todavía tiene arraigado el instinto cazador que tuvieron sus ancestros,y lo deja muy claro en su perfil: “Busco una relación”. ¡Como si los sentimientos se pudieran guionizar y las relaciones fueran programadas! ¡No somos un Bot creado con IA , somos mujeres de carne y hueso alma de cántaro! 
  4. LA PAREJA “ABIERTA” QUE BUSCA UN TRÍO. Son muy progres y lo dejan bien claro: “Queremos compartir experiencias” algo que me parece interesante, pero después de charlar con ellos, te das cuenta que debes sucumbir a sus proposiciones, por lo tanto el concepto de “libertad” solo encaja si haces lo que ellos te piden. La negociación no entra en sus planes, porque seamos prácticos, si tú no aceptas otra lo hará. 
  5. EL PERVERTIDO. Este tipo de aplicaciones es un plato goloso para aquellos agresores sexuales que suelen ocultar su verdadera identidad, pidiendo fotos e información de contenido sexual. En estos casos, lo mejor es bloquear y denunciar el perfil, porque por desgracia la policía ha alarmado recientemente sobre el peligro de estas aplicaciones ya que  un 22% de los encuentros han acabado en agresión sexual y han sido denunciados.  

Aunque este tipo de redes puedan resultar divertidas e incluso habrá personas que encuentren lo que quieren, considero que son un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Somos víctimas de un sistema educativo que nos enseñó a hacer ecuaciones, pero no a querernos. Después llegaron las redes sociales donde todos postureamos nuestra mejor versión por miedo a enfrentarnos a la crítica, somos producto de la cultura de la inmediatez y ahora programamos los sentimientos.  

En una era donde empezamos a hablar de la salud mental y de la espiritualidad se nos ha olvidado que si queremos sentir no podemos calcular, y lo triste es que estas aplicaciones nos tratan como simples productos que se venden detrás de un filtro que maquilla nuestras imperfecciones y cuenta lo mejor de nosotros.  

Quizás soy algo vintage para ligar por apps, pero a  mí me gusta que me quieran sin buscarlo, enamorarme cuando menos me apetece, seducir sin proponérmelo,  mirar a las personas a los ojos, observar sus cicatrices, ilusionarme,  y dejar que las cosas fluyan sin pensar.  Y después de navegar por estas aplicaciones me pregunto: ¿Si de pequeños nos hubieran enseñado a querernos, estaríamos mendigando amor?

Macarena Arnás

Escritora y psicografóloga. Inquieta e inconformista por naturaleza.

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