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Un hombre se sienta a mi lado en el autobús para masturbarse

Me pongo en los asientos del fondo del autobús, no hay nadie en esa zona y me apetece bastante ir a mi bola escuchando música como si no hubiera nadie más en el autobús, ha sido un día bastante complicado en la universidad y quiero desconectar un rato, aunque sea sólo mientras vuelvo a casa.

Justo unos segundos antes de que salgamos de Avenida de América sube un hombre al transporte público, observa todos los asientos que hay vacíos y decide ir hasta el fondo para sentarse en el par de asientos que hay justo a mi izquierda, joder no había más sitios libres, ¿no?, odio cuando las personas se sientan justo a tu lado o muy cerca de ti sin conocerte y teniendo otros sitios más lejos, no sé… me parece algo invasivo.

Aún así no le doy mayor importancia y empiezo a subir y bajar una de mis listas de Spotify en busca de una canción nueva, aunque sé perfectamente que acabaré en las mismas canciones de Andrés Suárez de siempre, pero no me importa, adoro ese estilo de música.

Mientras me dejo la vista en la pantalla de mi móvil por las pocas luces que hay antes de salir a la calle el tipo de al lado empieza, con un tono burlesco, a: “¿Qué hace una chica tan guapa como tú tan sola?”, “¿vienes de trabajar?”, “¿dónde vives?, te invito a algo y nos conocemos”, etc.

Lamentablemente, y al igual que muchísimas otras mujeres en su día a día no es la primera vez que vivo este tipo de situaciones, en otra ocasión probablemente le contestaría, pero hoy estoy harta del mundo y lo último que quiero es esto, así que decido ignorarle y ponerme los cascos.

Durante los siguientes cinco o diez minutos sigo escuchando su voz pese a tener el sonido de la música al máximo, joder, esto si fuera acompañada de un tío estoy segura de que no me pasaba, pero claro voy sola y el subnormal ya se cree con el derecho de hacerme sentir lo incómoda que me estoy sintiendo. 

Después de un rato ya no escucho su voz y me alegro de que así sea, ¡por fin!, probablemente ya se haya cansado, miro un segundo disimuladamente hacia donde está y desaparece toda sutileza en mi rostro ante lo que veo, el tío se ha sacado la polla y ahí está, frotándose la lámpara mágica mientras me sonríe descaradamente, mi cara es de asco y rechazo total, pero durante unos segundos me parece tan surrealista la situación que permanezco inmóvil, vuelvo a mirar hacia delante y siento vergüenza de qué alguien descubra lo que está pasando…Espera, ¿cómo que siento vergüenza?, pero si yo no estoy haciendo nada malo, es él quien debería sentir vergüenza y asco hacia sí mismo, pero nada de eso, no me deja de mirar y, por supuesto, tampoco de frotarse la polla como si fuera un animal en celo. 

Hago un intento de levantarme, pero el rostro del hombre se pone completamente serio y me dice con tono autoritario: “No te levantes”.

Me siento algo intimidada y muy incómoda, por dentro de mí siento como si mil abejas me picaran por dentro, en mi cabeza no suena más que la palabra “¡Socorro!” de manera continuada,  joder tía grita o haz algo, ese tío se está haciendo una paja en tu cara.

Cuento mentalmente hasta tres y me levanto rápida para cambiarme de sitio.

-¡Eh!, no había acabado. (me grita el hombre entre risas)

-¡Eres un guarro!, respondo.

Varias personas observan la situación desconcertadas al no saber qué ocurre, me siento aún más incómoda ante la mirada del resto de personas, me coloco al lado de una mujer mayor con apariencia cariñosa y abrazo mi mochila sintiéndome alguien muy pequeña, ¿por qué coño me tengo que sentir así?, me entran muchísimas ganas de llorar, pero no quiero, lo que me faltaba para completar el día.

Llego a mi parada, me bajo velozmente y corro hacia mi casa, no es justo que este tipo de cosas sigan pasando (esto me pasó a las 5 de la tarde a plena luz de día) y que encima sigan teniendo la capacidad de hacernos sentir como nos sentimos, siento muchísimas ganas de golpear a todo y a todos, pero lo único que hago es secarme alguna que otra lágrima que se me escapa.

Ese tío era un gilipollas, un guarro y has hecho bien en decírselo, que no te afecte más joder, no le des esa capacidad. 

Llego a casa, me desnudo al completo y me meto en la ducha, es cierto que no me ha tocado, pero me ha producido tanta repugnancia lo que me ha ocurrido que me siento como contaminada por la mirada con la que me observaba; me paso un buen rato frotándome con la esponja todo el cuerpo, pensando en qué ojalá esto termine en algún momento y que nunca más tengamos que vivir ninguna situación como esta de nuevo.

¿Quién coño decía que el feminismo no hace falta o que ya no existen razones por las que seguir luchando?

Señores y señoras, seguimos viviendo en una sociedad machista en la que muchos hombres se creen con el derecho de seguir llevando acciones como estas o más grave en todo tipo de contextos y momentos, seguimos apretando fuerte las llaves al volver a casa, seguimos teniendo que dar explicaciones de más sobre aspectos personales en el mundo laboral, seguimos siendo juzgadas por aspectos por los que no deberíamos serlo, seguimos viviendo en una sociedad patriarcal, y mientras esto sea así seguirán existiendo infinitas razones por las que es necesario el feminismo y nuestra lucha constante, porque no es justo que yo hoy haya tenido un día de mierda y haya tenido que pasar por esto solo por ser mujer, no es nada justo.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

1 Comentario
  1. Siento muchísimo q hayas pasado por esta situación. Si alguna vez te volviera a pasar dile al conductor lo que ha pasado y q pare para llamar a la policía y denunciarle. No es Justo….
    Te mando mucho ánimo y amor
    Carmen

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