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Un futuro en constante retroceso

Dicen que estamos en la era del futuro, pero yo solo veo cada vez más retroceso.

Resulta imposible guardar en un álbum físico, las miles de fotos que hacemos al año. El carrito de Shein no deja de llenarse de ropa que usaremos una vez o dos y después  nos aburrirá, lista para contribuir a la contaminación del fast fashion. Para ser un cantante exitoso cada vez importa menos cantar bien. Los edificios ya no tienen majestuosos esculpidos y si Michelangelo viviera hoy, probablemente estaría en el paro.

Las portadas antiguas de los libros, utilizaban técnicas de ilustración y tipografía manuales, eran mucho mas artísticas y detalladas, y de mayor calidad.

Antiguamente todo se valoraba, se construía para que durara y se utilizaba hasta su fin. Si se estropeaba, se reparaba.

Ya no se valora ni siquiera a las personas, no importa tu corazón, ni tu esencia.

La forma de relacionarse es cada vez mas superficial e ilógica, y tremendamente fría.

Cada vez somos más inaccesibles emocionalmente tanto para otros, como para nosotros mismos. Todo es prescindible, intercambiable y sustituible. Es agotador sentir que nunca vas a conectar con nadie. Ya nadie invita al cine, ni compra flores ni mucho menos escribe cartas.

Me imagino a la gente tomándose el tiempo en escribir una carta a su amada, o a un ser querido. Me imagino a la persona que la recibía y la abría con ilusión, y se tomaba el tiempo en leer lo que probablemente sería poesía pura. Hoy cientos de mensajes carentes de una unidad neuronal esperan ser leídos en el dm de Instagram.

Ya nadie se preocupa en conocerse, pero conocerse de verdad. Tomarse el tiempo de  averiguar todos los intríngulis que han hecho que la persona que te lleva a la cama sea o no distante, cariñoso, porque no se habla con su padre, o si le gusta que le toquen el pelo.

Ya no importa la cultura, ni los museos, ni el arte ni el talento.Importan los likes, los seguidores y las visualizaciones.

Vamos como zombis por la vida, deslizando el dedo una y otra vez, sin permitirnos el arte de aburrirnos y cultivar nuestra creatividad.

Buscamos dosis de dopamina instantáneas, pero vacías y superfluas. No nos detenemos a observar, no nos permitimos sentir. No nos miramos, y tampoco escuchamos.

Siempre he pensado que siento demasiado , a veces me he culpado por sentir que no encajo, me tiro en la cama con un profundo vacío, miro al techo y pienso: 

¿En qué nos estamos convirtiendo?

Aisha Rodríguez

Romántica empedernida. Soñadora de lo imposible. Amante del arte.

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