Me siento nostálgica desde hace mucho. Y hasta hace poco no sabía el porqué. He perdido la cuenta de los días, meses y no sé ya si años que he entrado en un estado de anhelo insaciable de todo lo que nace, crece y se transmite a partir del alma.
Añoro aquellos guiones que se escribían para construir una historia cimentada a partir de un sentimiento puro y totalmente real. Echo de menos la creatividad que surgía desde los más inherente de uno mismo dando lugar a sensaciones, preocupaciones e inspiración.
Miro a mi alrededor y solo veo artificios. Colorantes y conservantes llenan la carta diaria de tareas, actividades y motivaciones de las personas.
¿En qué momento se dejaron de hacer las cosas por sentir y por puro placer? ¿Cuándo se distorsionó tanto nuestra percepción de la vida para hacer desaparecer el altruismo y buscar siempre el lucro propio?
Recuerdo cuándo en mi infancia me nutría de canciones con melodías y palabras escritas desde la emoción. Sentía como aquellos cantantes y portadores de duende se abrían en canal y mostraban su corazón latente sujetándolo entre sus manos.
“Extraño las acciones que se tomaban por el simple hecho de dibujarle una sonrisa”
Eran para mí referentes y hechiceros. Los escuchaba pensando que hacían magia al poder expresar todo lo que les movía por dentro y les hacía estar vivos. Admiraba esa transparencia de la que hacían uso para gritar al mundo aquello que les corría por la sangre y convertían en arte.
Echo en falta esa transparencia. Cada vez parecemos estar más corrompidos y la inocencia ha pasado a ser una palabra solo empleada para describir a niños. Echo la vista atrás y me sorprendo escuchando palabras y viendo sonrisas, besos y confidencias envueltas de verdad. Sin filtros ni frases posteables.
Aprecio el valor y espíritu infinitos de los que se alimentaba el realismo mágico de Allende y de García Márquez. Añoro la ferocidad de la verdad de Fallaci y Babeuf. Extraño las acciones que se tomaban por el simple hecho de dibujarle una sonrisa.
“Me siento contaminada por la toxicidad y la opacidad de dobles intenciones, de necesidad de aprobación, notoriedad y popularidad”
Y ahora, pongo el foco de atención en lo que me rodea y todo me parece de mentira. Como si tratara de un montaje. Como si todos encarnáramos el papel de Truman en el Show de su vida; y a su vez fuéramos el loco productor que lo mantiene enfrascado en una burbuja de ficción. Solo escucho discursos vacíos, frases sin una pizca de espontaneidad y peligrosamente planificadas, palabras que difieren del mensaje no verbalizado e inexistente complicidad en las miradas.
Y veo cómo yo, ahora no me muevo por los sentimientos. Me siento contaminada por la toxicidad y la opacidad de dobles intenciones, de necesidad de aprobación, notoriedad y popularidad. De sumarme a este movimiento de autobombo que se camufla y se hace llamar “autoestima” cuando nada tiene que ver con su significado.
Todo difiere demasiado de esa vibración que te agita en el interior. Solo encuentro vacío e intenciones ocultas. Parece que se deja de compartir, crear y observar por puro deseo de crecer.
Porque podrá ser que seamos más eficientes y encajemos más en una sociedad promovida por la autosuficiencia, la productividad enfermiza y el individualismo, pero hemos menguado en humanidad y claridad.
“Y me siento esclavizada por el ritmo de la vida, las metas impuestas y los objetivos que carecen de pasión”
Solo espero que en algún momento decidamos volver a los orígenes. Nos sorprendamos con gestos afectivos no ensayados, con sonrisas sinceras, con un beso imprevisto y encañonado de pasión, con confidencias compartidas a altas horas de la madrugada y sin miedo a prejuicios, con una caricia con sabor a incondicionalidad, con una llamada inesperada sin esperar nada a cambio, con un te quiero involuntario e intencionado en tu subconsciente.
Solo espero que volvamos a sentir con toda el alma.
Son etapas Laura. Todos pasamos por esta, sólo que algunos la evaden y muy pocos aprenden de ella. Sentir no es fácil para todos, cada uno evoluciona a su ritmo. Lo importante es que has despertado y te has dado cuenta de ello. Es difícil convivir en un mundo lleno de toxicidad como dices y donde pocos seres aprecian realmente lo que verdaderamente importa, pero resiste. Sobre todo ahora, con estos tiempos tan difíciles 😉 Reinicia el sistema, empápate de las cosas que te llenen de verdad y con las personas igual. Deshecha todo lo tóxico y volverás a encontrar tu centro.
Es sólo una etapa Laura. Todos pasamos por ahí, simplemente la gran mayoría lo evade porque prefiere no sentir y son muy pocos los que aprenden de ella. Sentir no es algo fácil y no todo el mundo está lo suficientemente evolucionado como para hacerlo.
Ahora que has despertado y eres consciente de esa “toxicidad”, líbrate de ella. Resetea el sistema, empapate de lo que realmente te llene y con las personas haz lo mismo. Y no es algo fácil, pero es el siguiente paso para poder sentirte mejor contigo misma y poder disfrutar de las cosas otra vez.
Resiste, y sobre todo en estos tiempos tan difíciles 🙂