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“Sudaca de mierda”

sudaca

Hoy es 5 de Marzo de 1995. En Mendoza , Argentina, la gente prepara con ganas la vendimia. Se respiran nervios, alegría, cansancio. Desfilarán carrozas con las mujeres más bellas del distrito y los “cabezas negras ” podremos descansar de tanta uva, de tanto vino.

Mi abuela lleva puesto un chal blanco roto, que ella mismo tejió. Seba canta una canción, pero no se acuerda de la letra.El día se pasa volando jugando en el jardín, corriendo detrás de los perros y delante de las gallinas. Esas psicópatas de las que algún día prometo vengarme, a mis tiernos 9 años.

“Mamá está recién parida, dejó a su otro hijo en España y está dispuesta a todo por unirnos”

Mamá llega pronto de hacer sus cosas y preparamos mi ropa juntas, nos vamos unos días de vacaciones. Sin embargo, al despedirse de la abuela Yanni, el abrazo dura más de lo normal y veo como se empapa de ella. Se le caen dos lágrimas y me mira nerviosa: “Debemos irnos”. Sólo ella sabe que este viaje será para siempre. Y que no volveré a ver a mi abuela hasta 15 años más tarde.

Empieza el martirio. Mi padre no permite que salga del país pero tampoco quiere hacerse cargo de mí. Mamá está recién parida, dejó a su otro hijo en España y está dispuesta a todo por unirnos. Vaya si lo está. Atravesamos la frontera de los Andes escondidas en un autobús. Intuyo el peligro.Paramos en la aduana de Chile y veo como mi madre desliza unos billetes en la chaqueta de un policía. Nos escondemos en el baño, y ella me abraza… Me abraza y llora. (“Mamá… paremos la ciudad “. Me viene esto a la mente. Hoy, enero de 2022, me sigo emocionado).

“Milagrosamente” los policías nos dejan pasar y a sus dos fugitivas del baño, también. Y después llegó Brasil. Y desde ahí , España. Pero al llegar aquí mi madre se derrumbó de los nervios, y no volvió a ser la misma. Yo sólo podía pensar en mi familia, amigos y  sí, en mi padre, pero me adapté. Hice amigas nuevas, crecí y me formé.

“Porque si dices que eres latina, automáticamente para ellos eres puta”

Al no tener papeles, acepté trabajos de mierda y me pasé mucho tiempo escondida en los almacenes de toda la hostelería. Tuve suerte de no ser aún más oscura de piel y pasar desapercibida la mayor parte de las veces… Porque si dices que eres latina, automáticamente para ellos eres puta. Cuando trabajaba limpiando casas, de camarera ,y con mi pequeño propio programa en la tv local, también lo decían. Y cuando hacía castings era muy exuberante.Y cuando bailaba era demasiado sexual. Me llamaban puta cuando me vestía como me daba la gana, cuando experimentaba mi sexualidad sin esconderme.Y tenía novios que se acostaban con medio país, pero yo era la puta. Ahora esa palabra la llevo como una medalla, porque hay que ser muy puta en esta vida. Para saber perdonar a quien te hiere. Para sobrevivir ,para traer vida a este mundo. Para hacerte escuchar, hay que ser puta. Y yo lo soy. De las mujeres inmigrantes se espera que seamos mano de obra barata. Se da por hecho que pretendemos ser mantenidas o venimos por las ayudas. Sufrimos riesgo de exclusión, abuso o violación en todo el proceso, desde nuestro países de origen, hasta aquí. Pateras que se pierden, bebés que naufragan. Niñas perdidos. Niños soldados. Mujeres y hombres arrancados de sus casas y destruidos por el gobierno de turno. Y por la inacción o cooperación necesaria del nuestro.

Ahora quiero que cierres los ojos y recuerdes esa playa, hace más de diez años ,en la que yacía ese niño de dos años, vestido de rojo y azul.Aún con sus zapatos puestos.La cabeza semienterrada en la arena. Se llamaba Aylan. Le vimos morir en directo.Juramos no volver a permitir algo así, pero, ¿sabes qué?

Siguió sucediendo. Es verdad. No podemos cambiar el mundo. Es agotador. Escribo estas líneas sin saber siquiera si te van a hacer pensar o consolarte.No podemos  detener el auge del fascismo. De la violencia machista, de la xenofobia. Pero si cambiamos pequeños gestos a nuestro alrededor, si le preguntas su nombre al marroquí de la tienda o saludas a la negra que te lee la mano, al menos le devolveremos la dignidad a la gente que pasó por un infierno para llegar hasta aquí. Seamos humanos, seamos valientes.

Te lo digo yo, una “sudaca de mierda”.

Para Aylan.

Con amor.

DATOS:

Entre 2000 y 2015, el número de migrantes internacionales aumentó en un 41 por ciento y alcanzó los 244 millones. Casi la mitad son mujeres [3]. Las personas migrantes, y en especial las mujeres migrantes, tienen índices de participación en la fuerza laboral (72,7 por ciento) más elevados que las personas no migrantes (63,9 por ciento) [4]. Casi uno de cada seis trabajadores domésticos en el mundo son migrantes internacionales; las mujeres representan el 73,4 por ciento del total de las trabajadoras y los trabajadores domésticos que son migrantes internacionales [5]. Sin embargo, sólo 22 países ratificaron el Convenio de la OIT sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos (núm. 189), que reconoce las vulnerabilidades adicionales de las mujeres trabajadoras domésticas y protege los derechos y la dignidad de todas las trabajadoras y todos los trabajadores domésticos.Hoy, el 50 por ciento de los refugiados del mundo son mujeres y niñas [6]. No obstante, sólo el 4 por ciento de los proyectos de llamados interinstitucionales de las Naciones Unidas se destinaron a mujeres y niñas en 2014, y sólo el 0,4 por ciento de todos los fondos para estados frágiles se destinaron a grupos o ministerios de mujeres de 2012 a 2013 [7].Según informes de las Naciones Unidas, el 60 por ciento de las muertes maternas que podrían evitarse tienen lugar en entornos humanitarios, y como mínimo 1 de cada 5 mujeres refugiadas o desplazadas fueron víctimas de violencia sexual [8]. A fines de 2014, había casi 40 millones de personas desplazadas internamente. Los datos actuales sugieren que el número de las mujeres que viven en situación de desplazamiento prolongado es ligeramente superior al de los hombres, y que sus dificultades empeoran con el tiempo [9].

Fuente: woman.org

Gisel Dinamarca

Criada entre leones, El Páramo y Los Andes. Vino a abrir sus heridas, para sanar las tuyas.

3 Comentarios
  1. Hola Gisel, me ha tocado mucho este escrito, vos sos de Mendoza y yo de San Juan, también emigre con mis hijos y marido. Dejé todo atrás, familia, profesión, para darles un futuro a mis hijos. Creo que lo he logrado, pero la factura que tuvimos que pagar fue alta y miro para atrás y veo que yo como mujer perdí mucho, me olvidé de mi y solo me centre en lograr que mis hijos tuvieran posibilidades. Ahora estoy intentando volver a ser yo y ser feliz. Pero siempre una parte de uno se queda alla. Graciasss por compartirlo con nosotras, te deseo lo mejor. Un abrazo

  2. Hola Fabiana:
    Se me ha hecho un nudo en la garganta al leerte
    Un millón de gracias .
    Sé que no es un consuelo,pero cuando tenemos hijos les damos el corazón si es necesario sin mirar ni una vez para nosotras …
    Es el amor más puro.
    Yo le reproché muchas veces a mi mamá y muy pocas le di las gracias por semejante esfuerzo y sacrificio !
    Aún tenemos tiempo de crecer como mujeres y lograr lo que queramos .
    Te abrazo 🙂

  3. Hola Gisel, cuando he visto tu respuesta, a mí también se me hizo un nudo en la garganta!! Hermosas tus palabras, gracias por contestar, un abrazote

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