fbpx

Siempre amable, jamás estúpida

Hay días en los que la rabia, el nerviosismo y la frustración se apoderan de mí. No las quiero, no las invito, pero ahí están, insistentes, negándose a partir.

Es una sensación extraña, algo que no recuerdo haber experimentado de esta forma antes. Odiar a alguien al punto de que tu cuerpo reaccione físicamente es algo brutal: un malestar tan grande que te dan ganas de desmayarte, de desaparecer. No lo soportas. Quisieras no volver a cruzarte nunca más con ese personaje que detonó todo.

Y ahí es cuando te preguntas: ¿cómo pudimos ser tan ciegas ante señales tan obvias? Esos famosos red flags que, siendo honesta, para mí no son simples banderitas rojas, son alarmas de incendio. Son sirenas que suenan como cuando vas a cruzar la calle: fuertes, claras. Solo que esta vez no debes ignorarlas después de dar el paso, sino detectarlas y accionar, proteger tu seguridad emocional, o la que sea que esté en juego.

¿Cómo es posible que a veces confundamos estupidez con inocencia o falta de información? No. No y mil veces no. Aléjate de esas personas que solo quieren arrastrarte a su nivel mediocre de vida.

A veces, aunque quieras, aunque ya no ames, aunque hayas cortado, el dolor sigue ahí, como una herida que aún no cierra. El rechazo que sientes a todo lo que se le parezca es inmenso, casi visceral. ¿Cómo puede cambiar tanto el amor hacia una persona que un día elegiste con tanta ilusión? No tengo todas las respuestas. Pero sí sé que Dios siempre tiene un plan, y aunque duela —aunque no entiendas nada en el momento—, hay que confiar.

Si algo he aprendido, es que debes tener bien claros tus valores como ser humano, igual que tus límites: tus negociables y no negociables. Siempre sé amable, pero jamás estúpida. Si hay personas que quieren bajarte a su nivel inconsciente y poco inteligente, no caigas. Sonríe, da las gracias, y sigue tu camino.

Nosotras, las mujeres, tenemos una fuerza increíble. Una capacidad inmensa para adaptarnos a cualquier entorno, incluso a los que no nos gustan. Pero que puedas adaptarte no significa que tengas que quedarte. Si algo —una persona, una situación, una vibra— no resuena contigo, levántate y muévete. Hazlo con elegancia, pero hazlo.

Esto aplica para todo: relaciones amorosas, amistades, familia, trabajo.

Seamos coherentes y firmes con nuestros valores y creencias. Podemos ser flexibles, claro. Pero nunca, nunca te dejes arrastrar a una frecuencia que no va contigo.

Lauren Dufflar Puñales

Soy madre, creadora de contenido y una eterna apasionada por las artes, la moda, los libros y la naturaleza.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.