Poco se habla de lo difícil que es quererse.
Conocerse con las luces, las sombras y aceptar todo con las consecuencias que conlleva.
El otro día leí una frase que decía “dejemos de romantizar el amor propio” y es que, ¿quien nos guía realmente en este camino?
Nadie te enseña que debes poner límites e irte de lugares donde no te sientes valorado. Porque no nos enseñan a medir nuestro valor, y nos pasamos la vida permitiendo que otras personas hagan lo que quieran con nosotros. Pero no es justo. Cada uno debería ocuparse de sus problemas. Porque para bien o para mal, cuando crecemos y nos convertimos en adultos debemos aprender a distinguir y seleccionar qué parte es nuestra responsabilidad, y que no nos concierne. Sin sentir remordimiento.
“Sentirse vulnerable, vaya acto de valentía”
Quererse uno mismo es un acto de supervivencia. Porque si no estás realmente bien, cada cosa que te vas guardando no solo te come por dentro, te va quitando un poquito de esa fuerza que apenas estás descubriendo de ti. Esto nos termina enfermando, se vuelve un efecto de todo eso que nos hemos callado y que hemos aguantado por eludir un basta.
Ya que dejar personas y lugares que nos hacen daño, soltar hábitos y enfrentarnos a quienes somos y queremos ser es un proceso. Verse en el espejo. Sentirse vulnerable, vaya acto de valentía.
Sí. Llevamos tanto tiempo con máscaras diferentes, que desnudarse ante sí mismo es aterrador. Incluso resulta en ocasiones más “sencillo” esconderse y bajar la cabeza. Da miedo porque creamos barreras y versiones de nosotros, de nuestras historias, de nuestros sueños. Verse de verdad quizá no es como nos hemos imaginado, pero es lo que hay y ante ello, solo queda quererse más que nunca, entender que eres humano, qué es el momento de tomar acción, mejorar, avanzar, crecer. Porque eres lo único que puede salvarte y destruirte. No hay mayor amigo, no hay mayor enemigo. Mírate, ahí está.
Y más que sobrevivir, hay que buscar vivir, vivir todo lo que podamos. Quitando de este camino cada piedra que no nos haga perdernos, cada problema que nos haga retroceder y mirar siempre hacia adelante, como el mayor acto de amor que podemos brindarnos.