Recuerdo, sin todavía estar presente, los aires de tormenta que precedían a mi alumbramiento, a mi nacimiento.
Recuerdo los cielos opacos y grises, qué auspiciaban la vida que estaba por venir.
Recuerdo la soledad y la tristeza que me embargaba, sin ser consciente todavía siquiera, de que me acompañaba en ese mundo humano llamado Tierra, una mujer que bramaba y clamaba por expulsarme de su vientre, por parirme, por conocerme.
Y yo me preguntaba; ¿porque expulsarme de su vientre a pesar de tener la sensación de conocerme de siempre?
Recuerdo mi resistencia por volver a este mundo, tan inesperado como conocido.
Recuerdo, la fragilidad que me embargaba solo de pensar Ser de nuevo atrapada en “El Mundo” de la irrealidad, del Sueño.
Recuerdo, el esfuerzo, y la resistencia que a su vez me embargaba por de nuevo habitar en un mundo donde el cielo y el infierno se encuentran.
Recuerdo, preguntarme; por qué otra vez. Preguntarme, qué razón de ser tenía tanto esfuerzo, tanto sufrimiento, mío y de ella.
Aun así, recordé, los regalos de este mundo inhóspito y solitario muchas veces, pero a su vez tan repleto de oportunidades, tan repleto de vida, tan repleto de sorpresivas y anheladas experiencias, que ya muchas vidas antes embriagaron mi ser.
Conecto ahora, en este aciago momento, cerca del preludio de nuevo salir de esa madre que grita por individualizarme y liberarme, vivir de nuevo esta experiencia, a su vez que dolorosa, llena, repleta de color, de exuberancia, de oportunidades, y de sabores.
Ahora recuerdo, SÍ, cómo en experiencias pasadas vividas, mi vida, esas vidas, fueron inundadas de sensaciones que erizaban la piel de ese cuerpo que habitaba, y que experimentaba, no solo el dolor, sino también el placer.
Recuerdo, y ello lo hace más fácil, regresar a la experiencia de volver por una vez más a Ser humano, humana. Simplemente Ser…