En la antigua Grecia existió un tal Narciso, un adolescente que, según algunos comentan, era guapetón y creído. La idea es que Narciso se quería demasiado, tanto que sólo tenía amor para él mismo. Como si el amor fuese algo limitado, y que si das demasiado a alguien (o a ti mismo), se agota.
El amor de Narciso por él mismo fue visto en algún momento de nuestra historia como algo negativo, porque la sociedad nos dice que está bien quererse, pero sin pasarse. Y en honor a todo esto, en 1914, Freud utilizó el término narcicismo para lo que hoy se cataloga como un trastorno.
Pero, parece que la historia de Narciso no fue tal y como nos la han contado. Y yo voy a intentar limpiar su imagen contándoos su historia desde los ojos de alguien que cree que el amor nunca es demasiado.
Cuando Narciso era un niño, su madre le preguntó a un profeta si su hijo viviría mucho tiempo, a lo que el ciego profeta contestó: “Vivirá mientras no se conozca a sí mismo”. En su día a día, tenía a todos loquitos. Hombres y mujeres se quedaban prendados de su belleza, pero Narciso no se enamoraba de nadie. Entre su club de fans destacó Eco, una ninfa monísima que no callaba ni debajo del agua, y por ello, Hera (un poco drástica) la castigó para que sólo pudiese repetir lo que otros dijesen.
Ligar con este don de conversación no era fácil y por mucho que Eco intentó seducir a Narciso, de quien se había enamorado locamente (y no es un decir), Narciso, sin mucho tacto, la rechazó.
Pero entonces, ¿quién era superficial? ¿Narciso que no encontraba el amor, o todo aquel con el que se cruzaba y que se enamoraba de él sólo por su aspecto? ¿Y cómo debía sentirse Narciso, viendo que la gente sólo se interesaba por su físico? ¿Qué clase de persona tan poco interesante se debió sentir? (Recordemos que se encontraba en la Antigua Grecia, donde ser guapo estaba bien, pero ser un erudito aún más).
Eco, que además de tener conversaciones poco dinámicas era muy vengativa, fue a malmeter con Nemesis (Diosa de la venganza) y le pidió que castigara a Narciso por rechazarla. Y Narciso, finalmente, fue condenado por quererse y por no conformarse con quien no le llenaba.
Por suerte, algunas cosas han cambiado y los Dioses Griegos ya no nos castigarán por nuestra forma de actuar. Por eso te animo a que te quieras, a que te quieras como nunca te han querido y como nunca podrás querer a nadie. Te animo a que te valores, a que pongas en una balanza cada minuto que has dedicado a ser como eres, a construir tu personalidad y tu forma de pensar. Y, sobre todo, te animo a no conformarte, a seguir creciendo pero sin dejar de ser la niña que fuiste, a ser feliz (muy feliz), a arriesgarte y a disfrutar del camino.
Te animo a quererte , aunque algunos te critiquen por ello. Quiérete, como Narciso.
Me encanta y tras el dia que he tenido mil gracias
Quererse a uno mismo es el principio del todo. Es la cuna de la felicidad personal y del bien común.
Gracias Gemma por compartir este maravilloso artículo!