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¿Qué pasará con Afganistán cuando deje de interesar a la prensa?

Afganistán

Supongo que la mayoría de las lectoras de este artículo se habrá planteado lo que yo llevo días preguntándome: ¿Qué puedo hacer? Y es que, al ver cómo son tratadas las mujeres por los talibanes, me invade una tremenda impotencia ante la que no encuentro respuesta alguna. 

Sinceramente, desconozco la opción política adecuada en este caso. Los americanos no quieren librar una guerra que no es suya y han pactado con los talibanes para que EEUU deje de ser un objetivo terrorista, dando así el poder, en aras de su propia seguridad, a uno de sus grandes enemigos en las últimas décadas y a los que, por cierto, financió y apoyó para luchar contra el comunismo allá por los años 70 y 80. Y ahora que la bola es tan grande que ya no hay salida ¿cuál es la opción menos mala? ¿Salir del país sometiéndolo al poder talibán o seguir allí siendo amenazado por los que cometieron el mayor atentado terrorista en la historia de tu país? Ayer comentaba un amigo que EEUU es el “policía del mundo”, y no le falta razón. Qué decisión tan complicada. 

Pero más allá de debatir lo correcto o incorrecto, la realidad es la que es y no tiene buena pinta. ¿Cómo debes de sentirte cuando tu mejor opción de vida es abrazarte a un avión en vuelo, con la certeza de que caerás al vacío en pocos minutos? Para mí es descorazonador, y, sinceramente, no sé qué podemos hacer como sociedad desarrollada a la que no le falta de nada. 

En Arabia Saudí, a día de hoy, las mujeres solo representan el 5 % de la fuerza de trabajo

Llevar la religión al extremo, prohibiendo que la mitad de tu población aprenda, es tan cobarde como reprimir las protestas a tiros. Prohibir aprender. No me cabe en la cabeza. Prohibir leer, prohibir estudiar, viajar, escuchar música, salir a la calle, ver la TV o conectarte a internet. ¿Hay alguna religión, de verdad, que quiera que sus fieles sean personas alienadas sin conocimientos ni sentido común? Me cuesta pensar que así sea.  

No olvidemos que llevar burka (o bikini burka) y limitar las libertades de las mujeres no es nada nuevo. En Arabia Saudí, a día de hoy, las mujeres solo representan el 5 % de la fuerza de trabajo, el porcentaje más bajo del mundo, no pueden elegir pareja ni casarse sin el permiso de su ”tutor”, solo pueden trabajar y estudiar si su “guardián” lo permite y hasta 2018 tampoco pudieron conducir. No es tan mediático como Afganistán, pero ahí está, en pleno siglo XXI. 

Seguramente, dentro de unas cuantas semanas, la situación en Afganistán deje de interesar a la prensa mundial, ya se habrá hablado demasiado de ella y las cosas allí no habrán mejorado. Daremos paso entonces a la vuelta al cole, a la sexta ola, al fin del teletrabajo, a la tercera dosis de la vacuna, y a otros temas que nos tocan más de cerca. Afganistán vivirá sometida y, como en Arabia Saudí, se “normalizará” tristemente la situación. Quizá, de vez en cuando, sea noticia de nuevo, si alguna periodista europea está en riesgo o es arrestada por no llevar burka. Y mientras tanto, seguiré preguntándome ¿qué puedo hacer? ¿Qué podemos hacer?

Blanca Cobo

RRHH en organizaciones. Le gusta viajar, leer, el mar, la música y el arte.

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