Lucían los lunares que adornaban la superficie,
se hacían delicadas las manos en los extremos,
miraban los cielos piel y cuerpo,
mas no podían destapar lo envuelto.
Se habrían caminos de continuidad al trayecto,
se apenaban los rostros de no ser lo cierto,
que quizás quisiste flor y pinchó de adentro,
necesitas rostro y tornó en lamento.