A desesperanzas navega mi velero,
sin tu rumbo en mente y sin destino alguno,
cuando creo estar despierta cierro los ojos y me sumerjo en gritos en mano tendida,
alcanzando un instante aliviado
y es al fín que no te veo sin mar.
Dame espacio, para que mi mano roce la tuya y no te pierda en vida.
Dame tiempo, para que nade hasta la más mísera esperanza de no perder mi eternidad.