Su brisa me persigue a todas partes. A veces, puedo ver su sombra en la pared, como si estuviese bordada con hilos de sal a mis talones. Cierro los ojos y desde aquí puedo sentir su espiral. Puedo sentir como rompe en mi pecho cuando no está cerca. Extraño su luz. Extraño la forma en la que mis ojos se entrecierran para palpar con delicadeza su vaivén mientras la luna nos observa. Solos. Eufóricos. Locos. Esperando a que amanezca para reiniciarnos y fundirnos en su densidad espacial. Y dejarnos llevar por su corriente y su majestuosa transparencia. Volveremos a fluir de nuevo y nuestro reencuentro será como siempre, épico.