Cuando nace una guerra
se destruye la vida
(en todos sus matices),
de la faz de la tierra.
De par en par, se abren
las viejas cicatrices…
como si nunca hubieran
abrazado la herida.
Como si no existieran
ni siquiera dormidas,
esas últimas causas
de aquel único anhelo.
Y obsoletas, desiertas,
alertas, perimidas,
se clausuran las puertas
de la paz en la tierra.
Humo del suelo al cielo,
encegueciendo el alma…
ya no hay calma ni vuelo
cuando nace una guerra.