Amanecía en La Savina, como aquellos días de agosto, sin tiempo y de calma profunda en el ombligo. Mis labios aún tenían el recuerdo de nuestro encuentro de piel a medianoche, de nuestra saliva en los huesos y esa mirada. ¿Por qué me miras así? ¿Cómo? Con ojos de enamorada. ¿Por qué me miras así?…
Redactoras