Y cuando las nubes te envuelvan el rostro, el rocío de la tarde estará presente, las lágrimas descubrirán su curso por tus mejillas sonrosadas y tus poros abiertos; absorbiéndolas, despacio, las harán recorrer caminos: mares de líquidos y fluidos internos. Y cuando me halle frente a tus ojos, aquellas lágrimas brotarán de nuevo. Tan fácil…
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