Vino a morir un pájaro al borde del balcón. Cantó solo un buen rato y como siempre trato de hallar la solución a la agonía ajena, lo levanté, serena… y mi última canción acarició sus alas. Pasados unos días (lágrimas suyas, mías) de cuidado y desvelo, me sorprendió su vuelo, misterioso, azul, mágico… y el…
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