Otra Navidad más y las mujeres seguimos siendo esclavas del patriarcado impuesto.
Seguimos siendo la clave para seguir uniendo a nuestras familias, pero con miles de cargas impuestas de más.
La familia feliz, donde tenemos que dejar de ser nosotras mismas para satisfacer las necesidades de nuestras parejas, hijos y familiares.
Nos encargamos de los regalos, de las cenas, de satisfacer las necesidades de los demás a cambio de olvidarnos de nosotras mismas.
Hablamos de inteligencia emocional, de autocuidado, de ser nosotras pero no cambia.
Seguimos hablando de una sociedad igualitaria, cuando los roles siguen estancados.
Seguimos con el peso de todo.
Y lo peor de todo es que el concepto de familia cambia, más divorciados y separados, pero seguimos al pie del cañón. No pasa nada, somo mujeres, muchas de nosotras, supervivientes, de divorcios traumáticos o de violencia de género, pero ahí estamos, siguiendo el ritmo social que el capitalismo nos ha impuesto. Felicidad y alegría.
Pues queridas lectoras no me siento feliz, odio la Navidad.
Mi situación ha cambiado, estoy en el paro. He dejado mi trabajo que me alimentaba, porque no era feliz. Porque para mi maltratador era la forma de que mis hijos fuesen alimentados, era lo que él quería. Pero la pregunta del millón, ¿me llenabas? Pues no, soy artísta, pintora y artesana y sí soy buena en lo que hacía, pero también sería construyendo puentes sin tener ni idea. Me gusta saber y cuando estoy en algo siempre soy la única que pregunta porque mi mente no para, se cuestiona todo.
Por parte de mi familia directa, me dice que tengo que encontrar otro trabajo tan aburrido como el qué tenía. Ahora entiendo a la gente creativa que decidíó acabar con su vida por el problema del cambio social.
Sí, soy madre y he renunciado a todo, mis sueños por mis hijos, pero ellos crecen y yo tengo que acabar en una fosa, olvidada por mi familia, por el qué dirán. Lo siento, soy una mujer empoderada. No por mi, sino porque la vida me ha hecho así.
Muchas veces me siento sola, pero como muchas de vosotras tenemos parejas e hijos pero no nos escuchan. No quiero que por mi condición de mujer me digas sólo quiero tu bienestar, porque no me entiendes, quiero ser Yo misma en un mundo capitalizados de hombre, donde mi condición de MUJER no cuenta. Quiero a alguien que empatice conmigo y creo, a fé cierta, que ningún hombre, tiene esa capacidad. Es facil decir lo que otros esperan escuchar cuando no has pasado por lo mismo. Por eso me apoyo en las mujeres, ellas saben lo que siento, lo que padezco y sufro.
Cocineras, elfos, relaciones públicas y encima con nuestros problemas. Esta fecha me provoca ansiedad de ser mujer y que sigamos hablando de ello, año tras año. Me cansa.
Y no os voy a contar lo que, además de lo habitual, experimentamos las mujeres víctimas de violencia. Rompedoras de un sistema social impuesto a favor de nuestra vida. Solas, desamparadas, a veces con familias que no nos comprende, y que tenemos que pasar la Navidad como lo que existe para seguir siendo incomprendidas. Así es la Navidad, ilusiones falsas y opulencia. Los mendigos siguen en la calle, los maltratadores siguen existiendo. Las mujeres seguimos eligiendo entre en ser madres o nuestra carrera profesional.
Así que llamo a la reflexión colectiva de nuesta esencia de mujer, de lo que queremos ser y a lo que no nos atrevemos, a hundir la Navidad de esta sociedad y cambiarla. Pregúntate qué te apetece y hazlo. Cambiemos la vida, y seamos nosotras mismas. No tengo ganas. Lo siento.