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“Mi abuelo abusó sexualmente de mí cuando yo tenía ocho años”

Mi abuelo abusó sexualmete de mí

Nota del director: Sofía es un reflejo de la valentía de las redactoras de BikiniBurka, personifica a la perfección los valores de generosidad, fuerza y superación y da sentido a este proyecto y a nuestro slogan “Para mujeres sin complejos”. Al leer su artículo la llamé para saber cómo estaba después de desenterrar su pasado y le ofrecí publicar su relato de forma anónima, pero no quiso, le había dado la espalda a la verdad durante mucho tiempo y ahora mira a su pasado sin vergüenza y sin miedo, desde un lugar dónde solo pueden hacerlo las MUJERES en mayúsculas, y lo hace para compartir su mayor dolor y convertirlo en inspiración y ejemplo de superación. Gracias Sofía, me emociona el orgullo que siento por ti.

ARTÍCULO: Quiero hablar sobre la capacidad de decidir como primer paso hacia tu propio empoderamiento. Decidir qué hacemos con nuestra vida y cómo la vivimos. Siempre he pensado que la vida como un juego de cartas, te dará unas mejores o peores pero nosotras decidimos cada jugada, decidimos qué hacemos con ellas, decidimos jugar, dejarnos llevar o romper con todo. Nosotros tenemos la capacidad de decidir y esa es la clave.

Hace unos años con 22 años, sentía que me estaba volviendo loca, un recuerdo ya olvidado de mi pasado emergía de mis entrañas hacia mi cabeza: Mi abuelo abusó sexualmente de mí cuando cumplí ocho años. Pero no lo recuerdo bien, es mi cuerpo quien tiene memoria y se siente incómodo en ciertos momentos paralizándose, con una autoestima dañada, siento que soy una mierda.

Nunca nadie me ha preguntado
Nunca nadie me ha dicho nada
Lo que se calla, no ha pasado
Lo que no se dice, no existe
Lo que no se ve, no es verdad

No quería sentirme deseada, ni que me miren, ni que toquen, nunca he querido sentirme un objeto sexual, no he quiero volver a pasarlo mal. En mí, había un vacío colosal lleno de inseguridades que solo podían curar el amor y el cariño que se extiende imparable. Tenía miedo, sentía que era un monstruo, incapaz de confiar o de amar, incapaz de  vivir.

Todo cambió, con una simple frase que salió de su boca: “A mí me tienes que respetar” y me volví animal. Catorce años después, jugando con mi abuelo a un juego de mesa y tras una falsa acusación de tramposa, me invadió una rabia indomable, un odio feroz. Me convertí en animal sediento de venganza. Mi cuerpo iba solo, enajenado, independiente, a cobrarse lo que le correspondía. No podía pensar, no era un ser racional, era un ser que podría haber cometido cualquier locura. Era un ser que si no llega a ser arrastrado por una mano amiga fuera de aquel lugar habría acabado siendo una auténtica bestia. Tuve mucho miedo, me vi capaz de terminar con su vida. Por qué abusó sexualmente de mí cuando era una niña. Y ese fue mi punto de no retorno y en este momento DECIDÍ tomar medidas.

Decidí averiguar, decidí enfrentarme a la verdad y dejar que me impactara y así fue, pregunté y averigüé. Mis peores temores se hicieron realidad. No, no estaba loca, lo que siempre había sabido y todo el mundo había callado, es cierto. En este momento mi mundo cambia completamente. Cambia mi relación con mi familia. De repente, toda la estructura familiar se va a la mierda. Literalmente. Cada uno reacciona de un modo distinto ante la noticia de que yo he decidido poner fin a mi silencio, de que he decidido hablar. Y cuando me siento más débil y fuerte que nunca, me veo sola. Muy sola.

Soy libre porque soy dueña de mis sentimientos, porque he aceptado la realidad y la he abrazado con fuerza

Hasta que, de la nada, aparecen manos amigas, manos que no conocía y que casi en la penumbra habían estado ahí cuidándome y protegiéndome. Y por fin me perdono. Me perdono por castigarme por pensar locuras, por ser tan dura conmigo misma, por no ser “normal”. Perdono a mi familia por ocultarme que él abusó sexualmente de una niña, a pesar de tener que lidiar con el dolor y aceptar que decidieron por mí.

No ha sido fácil, nadie dijo que lo fuera. Pero por fin, me siento libre, todo lo libre que me puedo sentir después de haber vivido algo así. Soy libre porque soy dueña de mis sentimientos, porque he aceptado la realidad y la he abrazado con fuerza. Porque las cartas que me han tocado son estas, pero he sabido aceptarlas y jugarlas.

Y hay veces que vuelvo a ser esa chica de antes de la que su abuelo abuelo abusó sexualmente y pienso ¿A quién le voy a gustar yo, con la de mierda que tengo encima? Pero enseguida recuerdo quién soy: yo soy muchas cosas, pero también soy mi mierda, y me aceptas entera o me dejas. Y es así, como cada día, siento que me reinvento, que esto me ha hecho fuerte, que si he podido con esto, puedo con todo y que mientras YO DECIDA todo va a estar bien, y yo decido: SER FELIZ.

Sofía Squittieri

Comunicadora como actriz, guionista, monologuista o escritura, siempre soñadora.

12 Comentarios
  1. Esto es necesario para que más artículos así no se den. La visibilidad y el poder hablar del horror (que es eterno cuando pasa algo así) hará que estos testimonios desaparezcan poco a poco. No por el silencio, sino porque dejen de ocurrir. Gracias a la valentía de Sofia por poner voz a quienes aún no tienen fuerzas para gritar o a quienes no dejan ser escuchades. Tus palabras son sentencia pero también un abrazo sororo entre todes les hermanes que estamos ahí. Gracias.

  2. Gracias Sofia. Por tener la valentía de expresar algo tan de tus entrañas, algo tan secreto -y convertirlo en altavoz, en más lucha y empoderamiento-. Estoy segura que este artículo, la sensibilidad con que lo expresas, el perdón a ti misma y el valor de expresar la memoria de tu cuerpo incómodo en muchas ocasiones, moverá la voz de muchas más mujeres. La mía la has movido. Gracias.

  3. Quien te aparte de su lado por no querer “ser salpicado” con la carga que has arrastrado tanto tiempo NO MERECE LA PENA. Rodéate de los que te apoyen o simplemente estén dispuestos a escucharte. Me alegra que te sientas liberada y en el camino hacia tu nueva vida. Mucho ánimo, hermana 🙂

  4. A veces las peores situaciones nos hacen ser personas mucho más fuertes. Es de gran valentía lo que has hecho, no sólo contarlo sino afrontarlo y sacar fuerza de esa situación.
    Ánimo y no dejes que nadie vuelva a decidir por ti.

  5. Muy valiente Sofía. Que tu ejemplo ayude a otras y otros a empoderarse o pedir ayuda para empezar a sanar y vivir la vida que se merecen. Gracias.

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