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Las noruegas se niegan a sexualizar sus cuerpos

Hoy quiero hablar de los cuerpos, de los cuerpos mostrados como objetos, de la cosificación que sitúa a las personas como seres no pensantes y cuyo mayor potencial es físico. 

Es tema de actualidad el caso del equipo noruego de balonmano playa que se ha rebelado contra una normativa obsoleta que obliga a utilizar un determinado atuendo al equipo femenino muy dispar del masculino, y es una norma que en el caso del voley playa se abolió en los JJOO de Londres 2012. Otro caso es el ocurrido el pasado mes de abril en el Europeo y Preolímpico de Gimnasia Artística de Basilea donde las gimnastas alemanas vistieron por primera vez un maillot hasta los tobillos como símbolo contra la sexualización en el deporte. 

Poco debate genera y se entiende que en este campo debe primar la destreza deportiva y que la vestimenta sea la que los deportistas elijan porque se sienten más cómodos para llevarla a cabo en las mejores condiciones. En una competición deportiva se quiere ver deporte y no cuerpos, pero en una red social…¿qué queremos ver? ¿Qué queremos mostrar? ¿Qué queremos lograr? 

Me muestro: ¿Es sano mostrar nuestro cuerpo en la redes sociales como si de una exposición se tratara? Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que desee pero si eso se convierte en lo único que mostramos de nosotros, ¿vamos a gustar por lo que exista más allá? ¿Saben nuestros seguidores que podemos tener miles de virtudes ocultas? 

¿Y si fuéramos capaces de mostrar también ese otro lado y no nos escondiéramos tras una pantalla de falsedades? 

Me muestran: Cuando otra persona farda sobre mí y me comparte en redes como símbolo de triunfo y posesión, como su trofeo, ¿me valora en la vida real y me dice en persona de lo que presume o pretende mostrar al resto del mundo? ¿es eso lo que significo para esa persona, un cuerpo?

Son muchas preguntas cuya respuesta tendrá cada persona, y con la que invito a la reflexión personal. 

Cada uno es libre de querer o no exhibirse, de mostrarse con orgullo, pero debemos analizar si, por el contrario, es que tenemos la necesidad de llamar la atención y sentirnos deseados, dejando quizás al descubierto algunas carencias. 

En la vida real, en esa que tenemos día a día con las personas que queremos y con las que nos quieren bien, ¿necesitas un escaparate para ganarte su afecto?

Yohana González

Docente observadora, preocupada e inquieta. Plasma en texto lo que contempla.

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