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La vida, como los viajes, se disfrutan más a partir de los 40

Un viaje de cuatro días con amigas es suficiente para recuperar partes de ti que creías tener olvidadas, como reconectar con la alegría, la risa, la locura y la despreocupación.

Es fácil perderse y difícil reencontrarse, pero qué maravilloso es volver a sentirse ligera.

Las cuatro estamos pasando por un momento vital muy similar, porque pese a que hemos transitado durante los últimos meses experiencias distintas, todas nos han llevado al mismo lugar, al de comprender que todo está en nosotras, nuestra capacidad para ser felices, para conseguir nuestros sueños, llevar la vida que queremos y ser nuestra versión más fiel y auténtica, pese a lo que puedan decir o pensar los demás.

Con los años una deja de crearse expectativas, disfrutas del placer de viajar y de vivir sin más, ya no necesitas planificar o controlar lo que pasa, sabes que cada paseo, reencuentro, atardecer, risa o conversación es un momento único, un recuerdo para conservar en la memoria.

La capacidad para sentir con más intensidad cada instante se basa en la convicción de que la vida ha dejado de ser una carrera y que es importante disfrutar de sus paradas y de las personas que te acompañan, al igual que cuando viajas. Puede que incluso olvides que hay una meta, un destino, porque cada momento de la vida ya lo es en sí mismo.

Uno de los aprendizajes que trae la experiencia de viajar, y que deberíamos aplicar a todo lo demás, es que uno no se aferra a nada, simplemente a disfrutar del viaje en sí mismo, a los regalos que se van abriendo ante ti, y creo que el mayor éxito para cualquier persona sería vivir así, fluyendo, sin sentirse atado a nada ni a nadie.

Caminar por la vida sin tener que demostrar da mucha ligereza, con los años la maleta pesa menos y es más flexible, porque en muchos casos ha tocado dejar ir personas y situaciones, aquellas que solo tenían que acompañarte una parte del camino, pero ahora que te sientes más ligera, sabes que puedes llegar a cualquier sitio, no importa lo lejos que esté, ni si lo haces sola o acompañada.

Hay lugares y momentos a los que no volvería, pero por los que agradezco haber pasado, lo importante son los aprendizajes y las experiencias que me llevo, porque todos ellos me han demostrado, que la vida, al igual que los viajes, se disfrutan más a partir de los 40.

Marian Moure

Experta en marketing sostenible y ético, comunicadora, divulgadora y formadora

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