Con 80 años, una Jane Fonda estupenda está vendiendo vibradores en su serie de Netflix (o su personaje Grace, de la misma edad que ella), y con 75 años Carmena ha estado dirigiendo el Ayuntamiento de Madrid hasta anteayer. ¿Qué es lo que no somos capaces de hacer llegados a los 60?
A pesar de todo el desastre económico de la última década, los que tenemos la suerte de vivir en la cara “buena” del mundo, la que dispone de agua corriente, servicios de salud e incluso Netflix, disfrutamos de un nuevo margen de lustros y hasta décadas extra para seguir siendo “jóvenes”.
Y más nos vale, porque en España la edad promedio es de 43,4 años, la quinta parte de la población supera los 65 años (pero concentra casi la tercera parte del Gran Consumo) y la esperanza de vida está ya por encima de los 80 años según el Instituto Nacional de Estadística y el estudio kantar Workdpanel.
“Los segmentos de población con edades por encima de los 60 años tienen más presencia que nunca en número y peso económico”
Solíamos señalar la vejez en aproximadamente los últimos 15 años de vida, así que el disparo de salida serían los 65. Sin embargo, se habla de la incorporación de una cuarta edad teniendo en cuenta el afortunado retraso del “umbral de cambio”, cuando empezamos a padecer enfermedades crónicas altamente discapacitantes, desde artrosis hasta Alzheimer por ejemplo, que nos llevan a depender de terceros, y que se está dando ahora a partir de los 80 años.
Antes de esta cuarta edad, estamos más “funcionales” que nunca.
Todo apunta a que, necesariamente, la edad de jubilación se retrasará más y más por economía, envejecimiento poblacional y también cambio cultural. Hoy día muchas personas en sus 60-70 años continúan en activo, algo que puede ser triste y dramático o positivo según las circunstancias, porque seguir activo puede mantener mente y cuerpo jóvenes, pero arrastrar un empleo estresante, o de algún modo perjudicial, del que se depende para sobrevivir, puede producir enfermedades profesionales, físicas y mentales.
Parece literalmente “vital” dedicarse a una profesión que se ama, amar la profesión a la que se ha llegado por un motivo u otro, o bien y por lo menos, ser capaces de cumplir con nuestras funciones laborales sin “sufrirlas” en exceso.
Actualmente las posibilidades de formación gratuita y online, así como las nuevas profesiones y tendencias, dan mucho margen para evolucionar y cambiar de perfil laboral. La vida profesional cada vez es más dinámica, menos inmovilista: pocas veces nos encontramos con profesionales que hayan estado siempre en la misma empresa o incluso en el mismo sector. Las personas cambian y el mercado laboral, también.
Aunque más que por motivos laborales, la formación digital, así como la accesibilidad de tanta información en la red, son una gran aportación a nuestra “nueva juventud” a los 60 -y a cualquier edad- por el ejercicio que suponen para mantener nuestra curiosidad, nuestra capacidad de asombro, nuestro interés por el mundo.
“Si vamos a tener que trabajar hasta los 70, va a ser imprescindible una mejora de las condiciones laborales”
En cualquier caso, si vamos a tener que trabajar hasta los 70, va a ser imprescindible una mejora de las condiciones laborales, sobre todo varias de las que llevan más de un siglo sin mejorarse, como la duración de la jornada semanal. La CEOE debería haber comenzado a estudiar una adaptación laboral a las circunstancias poblacionales después de la publicación de su informe en 2017 «El envejecimiento de la población y sus efectos en el mercado laboral español», donde calcula que en 2050 nuestro país será el segundo del mundo con mayor porcentaje de población “dependiente” (jubilada), sólo por delante de Japón y muy por encima de la media de las economías avanzadas.
Trabajo aparte y volviendo a lo digital, la calidad de vida y las posibilidades de alargar nuestra juventud también se enriquece con el ocio digital: cine, series, radio, audiolibros, redes sociales; con especial mención a la posibilidad de conocer gente nueva y estar en contacto con ellos, los amigos y la familia también online.
“Las alergias han contribuido mucho a que vayamos cayendo en la cuenta de lo que nos estamos haciendo”
La alimentación y el deporte también son clave. La introducción de dietas específicas y determinadas actividades físicas para tratar enfermedades de todo tipo, sobre todo crónicas y de alta mortalidad, parece que va haciendo calar el mensaje sobre la importancia del estilo de vida en nuestra salud. También comenzamos a comprender los efectos perjudiciales de los químicos de cremas, maquillajes, perfumes, productos de limpieza, etc. Las alergias han contribuido mucho a que vayamos cayendo en la cuenta de lo que nos estamos haciendo.
Ahí tenemos a Yazemeenah Rossi, la modelo sexagenaria con un cuerpo que ya habrían querido muchas a los 20, hablando de comida orgánica y productos naturales como la fuente de su juventud. La genética la tiene que acompañar necesariamente, pero seguro que algo de razón tiene.
Mantenerse activo, seguir aprendiendo, mantenernos despiertos y curiosos en el mundo, comer para nutrirnos en vez de hacerlo solo por llenar el estómago o vacíos emocionales… y hacer todo esto rodeados de personas que nos quieren. No paran de salir estudios sobre la relación directa entre la mortalidad de la tercera (y cuarta) edad y la calidad de la vida social. Con suerte y tiempo, los edificios de comunidades cooperativas, donde todos participan de una vida común, casi tribal, pero manteniendo un espacio propio personal, serán más accesibles para todos y cambiarán el concepto de residencia de ancianos.
En definitiva, vivir lo que solía ser la década de los 40 a los 60 supone cuidarse de una forma que ya no es difícil de conseguir, y que de hecho es una tendencia social que parece imparable. Ojalá lo consigamos acompañando el proceso con el aumento de madurez y sabiduría que con suerte se da con esto de sumar años, y no lo envenenemos demasiado con complejos cubiertos de tóxicos y operaciones de estética.