Como cada día, ella paseaba cerca de su casa por la orilla de la playa. Era inimaginable pasar una tarde sin sentir el salitre en su joven piel o el rugir de las olas del mar en su infantil alma. Y es que haber nacido en una isla era algo que le encantaba y se sentía especial por ello.
Conversaba con gaviotas, burgados y cangrejos, entretanto recogía los restos que el océano dejaba a su paso. Su imaginación se sumergía entre historias y aventuras. Una de ellas una tarde cobró realidad.
Mirando al mar divisó una mancha a lo lejos flotando, que poco a poco se volvió nítida, mientras la marea fue acercándola a la costa. Un barco de papel varaba junto a sus pequeños pies. Un nombre, Fátima, iba escrito en él. Su impaciencia crecía a medida que deshacía con sus manos la embarcación y pronto, una letra infantil mostró lo que una carta parecía.
Contaba Fátima dónde vivía y sobre su familia, sobre sus costumbres y su escuela y sobre su futuro. Vivía en un poblado seco, cálido y arenoso con su gran familia. Caminaba mucho para llegar a su escuela y de regreso, ayudaba a su madre en casa y se encargaba de sus hermanos. Uno de ellos, pronto emprendería un largo viaje para buscar una nueva vida y ella deseaba que la llevara con él, pero no era posible.
Tras leer la carta emprendió el regreso a su casa. Inmersa en su nueva aventura, apenas notó la brisa que le rozó su pelo lacio y lo elevó en el aire. Un avión de papel aterrizaba en la arena delante de sus pies. Un nombre, Alex, iba escrito en él. Esta vez se sentó y muy serena, disfrutó desenvolviendo el avión y esperando la historia que intuía iba escrita.
Contaba Alex dónde vivía y sobre su familia, sobre sus costumbres y su escuela y sobre su futuro. Vivía en un apartamento con sus padres en una ciudad llena de tráfico, gente y frío. Le gustaba su escuela, aunque permanecía muchas horas en ella. Se encontraba desanimado, se mudaba con sus padres a otro lugar muy lejos de sus amigos y del resto de su familia.
Concluido su paseo y ya en casa, respondió las cartas con la misma letra infantil que en ellas encontró y las dobló como correspondía. Para Fátima un barco y para Alex un avión. Les escribió dónde vivía y sobre su familia, sobre sus costumbres y su escuela y sobre su futuro.
Volvió a salir de su casa. En la orilla de la playa deslizó el barco de papel, mientras le abanaba para alejarlo, le acompañaron los cangrejos y burgados en su despedida y vio como su nombre, Isora, se alejaba y se adentraba en el mar. Impulsó con fuerza el avión de papel deseando que las gaviotas lo guiaran hacia su destino. Volvió a ver su nombre alejarse y con la misma emoción, se desprendió de sus palabras impresas en esos papeles.
Gtandeeee Marita 💋💋💋
Me ha recordado que somos unos privilegiados y debemos dar Gracias cada día. Gracias Mara.
Gracias Vida. Gracias.