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Guía de autoayuda para votar

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Queridos indecisos:

La pasión es la más verdadera y sana pulsión de todo lo que sucede e importa en la vida. Sin esta no hay arte, no hay guerra, justicia, ni siquiera sería posible la mera existencia. Su génesis pulcra, sin embargo, puede ser manipulada por alguna impureza, que emerge de las manos de quienes tergiversan su naturaleza. Y cuando esta se torna sombría, cuando se calza las vestes del ego, transforma su poder creador en algo destructor. 

Los datos nos cuentan que, históricamente, en la época previa a las redes sociales, a estas alturas de una campaña electoral, un 5-10% de gente cambiaba, variaba y repensaba su voto. En los ’90 lo tendríamos todos ya prácticamente claro, y hoy asistimos a un porcentaje en derrumbe constante. Con los años ha aumentado la indecisión. Por la volatilidad, sí. Por la fragmentación, también. Y, en especial, por la pérdida de la capacidad de concentración. La firmeza de ciertas ideas ahora se diluye en un caos de clickbait, contenido viral, titulares, insultos, pancartas, memes y opiniones. Sigue sin estar del todo claro si con Internet somos más libres o más esclavos. Reto al lector a nombrar cuatro puntos de cualquier programa electoral. Nada, normal. 

Si la memoria se entrena, la concentración también. Como función ejecutiva de la toma de decisión, esta recae en estímulos y reclamos porque, en parte, es movida por la curiosidad, que es un comportamiento instintivo natural. Sin curiosidad no hay concentración, sin concentración no hay estudio, y sin este no hay una verdadera toma de decisión. Lo que ocurre, entonces, es la opción por falsa pasión. No se está escogiendo a través de la razón, sino por inercia y sin curiosidad.

Tengamos, al menos, la curiosidad de leer un simple plan electoral.

Miren, esto es un espectáculo. Nos encontramos ahora en la cola de acceso. Nos han dado la entrada con un cacho de pan. Como en el circo, itinerante, que ofrece al público, durante un rato, una forma de entretenimiento que alberga emoción, tensión, efectos sorpresa, giros de guion, momentos de comicidad y, en el peor de los casos, incluso se nos ofrece el ingrediente de la sensibilidad. Sean bienvenidos. Pasen, pasen y vean. Los tenemos a todos, a ustedes está identificarlos: podrán contemplar al elefante, al titiritero, al payaso, al forzudo, hay contorsionistas, hombres bala y gurús del futuro. 

Se asiste así al vaivén frenético de verborreas, cada uno con su tabla de mandamientos bien aprendida, flexible, claro, para ser adaptada según público y formato. Y la sorpresa no recae tanto en la estrategia, modernizada pero vieja, sino en su efectivo impacto en las encuestas. Compramos sus trucos y compramos su plan. Los cabezas de partido, como contorsionistas, buscando el hueco para cuadrar el brazo debajo del pie, con la pierna en alto y la cadera hacia abajo. Sus equipos, en pleno número de malabarismo, pasando temblando las noches en blanco.

Tras cada vídeo, comentario, entrevistas y rifirrafes, solo tengamos cuidado a no distraernos demasiado. Debajo están las cosas importantes. Está bien disfrutar del espectáculo y del pan recién horneado. Pueden votar con pasión, voten, de hecho, con tan noble pulsión, pero merecería la pena limpiarse antes las manos, las bocas y oídos, e intentar hacerlo desde la concentración, porque en la pasión cabe también la razón. 

Carmen Corazzini

Periodista, chica del tiempo, cazadora de terroristas, cinéfila y presentadora.

1 Comentario
  1. Mejor sería hacerse una pregunta. Si con mentiras, ataques personales, etc, que no tienen nada que ver con la gobernabilidad de un Pais, una Comunidad Autónoma, un Ayuntamiento, un partido político saca mayoria absoluta. Me pregunto: ¿en qué PAIS estoy viviendo?

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