Se acabó.
Ya no hay comas ni paréntesis
ahora es un punto y final.
El final de una etapa,
de una puerta que de repente se cerró,
de un capítulo que parecía infinito.
Aunque no me lo crea es el fin del principio.
El principio de un nuevo capítulo.
Un capítulo tan emocionante como aterrador:
Cambio la monotonía por la nostalgia
mi nombre por mi firma
y mi hogar por un apartamento.
Ya no habrán más “nos vemos en septiembre”
porque los caminos de las que más quiero se separan
pero el lazo que nos une será eterno.
Se acerca el día de ponerme una banda.
Una banda que hubiese sido imposible alcanzar
sin la motivación de mis profesores,
el apoyo de mis amigas
ni la empatía de mis padres.
Una banda que simboliza esfuerzo y dedicación,
que sí se puede subir el escalón aunque te tropieces,
que después de la tormenta sale el arcoíris,
que aunque te hundas el cuerpo flota,
y que todo pasa por algo.
Llegó el momento de despedirme de una etapa
llena de errores y de aprendizaje,
de felicidad y de tristeza,
de risas y de ansiedad.
Una etapa, que aunque se haya acabado,
siempre será el principio de la historia de mi vida.