En un artículo mío de marzo de 2022, titulado “La maldición de Franco” daba algunas claves, en tono de humor, sobre los acontecimientos ocurridos desde 2019 a 2022, coincidiendo con la exhumación de franco y siendo este hecho, el principio de todo. Una pandemia, la filomena, terremotos, volcán, inundaciones de 2022, atentados, guerra… En el artículo citado tenéis toda la información detallada de aquellos acontecimientos.
Ahora en 2024, casi finalizando el año, nos vemos sumidos en una catástrofe sin
precedentes. No creo que sea ético seguir con la idea de la maldición, pero da que pensar.En estos años hemos visto y seguimos viendo imágenes continuas de guerras y desastres naturales por todo el mundo. Como maldición me parece mucho recorrido extenderse también al resto del planeta, si todo está programado, que podría hacernos un muerto de hace 50 años.
Estamos viviendo hechos históricos continuamente, llega un momento que te acostumbras a oírlo, los medios de comunicación tampoco es que ayuden a rebajar tensiones, todo lo exageran y lo exprimen hasta que no queda nada de la noticia inicial.
En estos días primeros de noviembre la desolación nos desborda a todos y más aún a los que lo sufren, la DANA de este año ha sido devastadora, nunca antes había ocurrido nada igual. En épocas pasadas también hubo inundaciones y pérdidas. La diferencia notable está en que ahora somos muchas más personas por metro cuadrado y muchos más vehículos y por supuesto muchas más casas y construcciones donde no tenían que estar, por lógica ahora las pérdidas son mucho más costosas y más continuado en el tiempo lo que tardarán en recuperar la normalidad la gente de la zona afectada y por ende todos los españoles tenemos que pagar más deudas derivadas de las catástrofes. Si se podía o no evitar lo sucedido en catástrofes, nunca lo sabremos, pero es importante aprender para que no vuelva a ocurrir.
La naturaleza reclama su espacio y los humanos no vamos a ser capaces de dárselo, la naturaleza seguirá revelándose hasta límites insospechados mientras sigamos dándole la espalda.
La naturaleza es una cosa y las guerras otras muy distintas.
Lo primero estamos luchandolo para poder vivir en armonía con lo que nos rodea, pero las guerras, son otra desgracia, una catástrofe humana promovida por otros humanos egoístas, egocéntricos, y asesinos, las guerras si pueden evitarse y con ello todo el sufrimiento del pueblo.
En la edad media en la épica época de los templarios, mercenarios al servicio de dios y de su iglesia, luchaban sin descanso por la cristiandad, la fé movía el mundo porque no tenían nada más, las normas las ponían reyes y señores feudales, para su propio beneficio, ya que podían quedarse con todo lo saqueado y así enriquecerse y conseguir más terrenos.
En 2024 las guerras siguen siendo saqueos y asesinatos en nombre, no de un dios, sino para complacer el ansia de poder de algunos gobernantes. Seguimos con los mismos errores de hace siglos y por mucho que evolucione la ciencia y la
tecnología no es suficiente. La guerra reporta ingentes cantidades de dinero antes, durante y después de las contiendas.
Es triste pensar que con las guerras y las catástrofes algunos se enriquecen mucho más. Lo que está pasando desde 2019 nos está debilitando como estado pero por suerte nos está reforzando como personas, la cantidad de ayuda voluntaria supera todos los límites.
La juventud se echa a la calle para ayudar , la tecnología está siendo vital, los llamamientos llegan a muchas más personas que se coordinan para hacer trabajos de limpieza en cualquier escenario, por contra los que tienen que estar a la altura son los gobiernos y ninguno lo ha estado.
La experiencia del gobierno desde el COVID y todo lo que ha ocurrido después les otorga el título de: “Gobierno con más catástrofes vividas tanto dentro como fuera de España”.
Los acontecimientos se están solapando, son tantas vidas que es imposible no sufrir dolor viendo la desesperación de miles de personas que lo pierden todo. Es todo muy triste pero tenemos que centrarnos en escuchar el universo, escuchar nuestro planeta, para poder vivir en armonía, nos sobra ego y nos falta amor incondicional por el planeta que habitamos.
Los daños provocados siglos atrás al planeta los estamos pagando ahora, el calentamiento global no va remitir si no se ponen más medios para ello. Desde el principio de los tiempos estamos conectados tanto naturaleza como humanos pero
no lo hemos respetado y hemos querido ser los amos absolutos del planeta, el depredador más fuerte y dañino, por suerte algo está cambiando y tiene que cambiar mucho más, tenemos que volver a nuestra frecuencia de amor infinito, tenemos que amar la vida y dar gracias por todo lo que nos brinda el universo, ser humildes y agradecidos, dar y recibir, tener luz y salir de las tinieblas, vivir en esperanza en lugar de desesperar, respetar todo y a todos, tener empatía en lugar de individualidad, vivir sabiendo que estamos de paso y no necesitamos acaparar y destruir sino crear y ser altruista, ser benevolentes con el mundo y cuidarlo por encima de todo.
Con unos pocos pasos pero de muchas personas podremos salir adelante y remitir tanta destrucción y desolación, podremos vivir libres disfrutando todos del mundo que pisamos sin depender la felicidad de donde y como nazcas, para el universo todos somos iguales y todos debemos estar conectados y elevar el planeta amándolo incondicional y humildemente, cuidándolo en todos los sentidos y haciendo que nuestro paso deje la menor huella para que próximas generaciones también tengan el derecho de vivir en un planeta sano.