Me ha inspirado mucho leer el artículo de “Pongamos de moda volver a vivir con honor” de Andrea Mateos, porque si hay algo sobre lo que no puedo parar de escribir y reflexionar últimamente es la forma en la que hemos normalizado un sistema en el que solo se nos valora por el “hacer”.
Yo me he pasado la mayor parte de mi vida en la rueda de la super producción, cuando me hice autónoma, apenas descansaba los fines de semana, sintiéndome muy confiada por estar constantemente en el hacer, como la niña cumplidora y estudiosa que había sido siempre esperando recibir un reconocimiento del colegio, y me castigaba duramente cuando un día consideraba que no había hecho todo a lo que me había comprometido. Y esto no solo me lo llevaba al trabajo, nunca tenía el conocimiento suficiente, siempre buscaba un nuevo curso o formación, la impostora cumplidora estaba siempre disponible para los demás, para ayudar y escuchar 24/7, mientras que toda esta rueda se movía sin parar, yo me descuidaba a mí misma.
Con el tiempo comprendí que no era yo la que estaba midiendo su propio valor, sino que lo estaba haciendo basada en el criterio de fuera, del modelo aprendido, porque si considero que no soy suficiente, en realidad me juzgo a través del hacer, y no de quién soy realmente, es decir, es como si midiera la cantidad de palabras de un texto, en lugar del valor que representa cada una de ellas.
Me empeñé en estar en lugares, empresas y con personas que me estaban enfermando, porque escuchar mi cuerpo, respetar mis tiempos y mi salud ha sido la clave para romper con todo eso. Mi prioridad ya no es el dinero, sino mi paz, la tranquilidad y mi salud.
El sistema que hemos creado es una completa adicción a la producción, todo el valor que damos a lo que nos rodea es económico, interesado y egoísta. Todo se centra en estar fuera y en cuanto obtengo del otro, en lugar de reencontrarnos con nosotros mismos para dar y recibir en equilibrio.
Es una locura que se hayan extendido los vídeos, los cuadernos o agendas y otra clase de métodos que incentiven esa super producción, hacer listas interminables de todo o levantarte a las 5 de la mañana sin respetar tu ciclo de sueño, solo porque se ha puesto de moda.
El mismo sistema es excluyente, categorizamos a las personas y a las cosas por lo que producen o no producen, si el sistema industrializado, capitalista, considera que no aportas lo suficiente o que no entras en el estándar, te quedas fuera.
El arma que usan es el miedo, el miedo a perder lo que tienes, lo que has conseguido, a no ser reconocido o visto, cuando en realidad el mayor fracaso del ser humano es que nos hemos perdido a nosotros mismos, y estamos en camino de destruir también todo lo que nos rodea.
Soy suficiente simplemente por el hecho de existir, no necesito que me pongan una marca con un precio, porque reconozco el valor que hay dentro de mí.
Comencemos a darnos el permiso de ser y crear desde coherencia de lo que realmente somos, ese es el siguiente salto evolutivo.
