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El suicidio de Verónica Forqué visibiliza la importancia de la salud mental

Verónica Forqué

No te voy a contar nada que no sepas, pero qué importante es hablar del tema. Últimamente la mayoría de las noticias que se publican van relacionadas con la salud mental. En las redes sociales han salido cuentas de psicología de debajo de las piedras. Consecuencias del confinamiento y de la pandemia, como si se tratara de un macabro experimento social. 

La ansiedad y la depresión han ido ocupando las casas, los trabajos y las relaciones. Se han hecho hueco hasta en los más pequeños. Los antidepresivos han pasado a ser un indispensable para muchas personas y no nos vamos a engañar: lo veíamos venir. Y todos estos acontecimientos han dejado una sociedad enferma. Sí, enferma. Muy. Y ha llevado a que cada vez más personas tomen la peor de las decisiones: quitarse la vida.

“La pandemia silenciosa es un lastre, consecuencia de una sociedad enferma que va dejando víctimas y que cada vez va sumando más de edades tempranas”

Esta semana se anunció que la actriz Verónica Forqué había sido hallada muerta en su residencia de Madrid. Se especuló rápidamente que la causa de la muerte era el suicidio. Unas semanas antes había formado parte del elenco que formaba la última edición de Masterchef. Su paso por el programa destacó debido a sus actitudes exageradas y comportamientos excesivos sirviéndole a Masterchef como gancho para mantener atenta a la audiencia en prime time. Reacciones como mínimo desproporcionadas por parte de la intérprete siendo en realidad una llamada de atención y ayuda a gritos.  

Hace dos semanas fue un amigo mío el que decidió quitarse la vida. No se murió, decidió él dejar de vivir con 27 años. Y como ellos dos, miles de personas en el país. La pandemia silenciosa es un lastre, consecuencia de una sociedad enferma que va dejando víctimas y que cada vez va sumando más de edades tempranas. Una sociedad que no recibe educación respecto a sus emociones y los conflictos internos que vivimos tras situaciones traumáticas que tenemos que vivir. 

Según explica el neurocientífico y director del Instituto de Ciencia Weizmann (Israel) Alon Chen, un niño de tan sólo 7 años puede pensar ya en el suicidio. Según indica Chen “la respuesta está en la bioquímica, en las señales eléctricas dentro de su cerebro que no están funcionando”. Existe una predisposición genética, pero el estrés y factores ambientales causan muchas patologías, como la depresión y la ansiedad. 

“En 2020 se registraron 3.941 suponiendo una media de casi 11 diarios”

Pero una vez más, continúa siendo tema tabú. Se calla para no generar el famosísimo efecto llamada. Pero también se calla porque duele. Duele sacar a relucir los trapos más sucios de un mundo al que no le interesa dar a conocer las cifras atroces que deja este problema. Porque, a pesar de no publicarse noticias respecto al tema, no paran de crecer los casos. Y mientras, tras la pandemia que nos ha tenido en vilo estos últimos años, vamos acumulando y coleccionando más casos de depresión. En adultos, ancianos, adultos jóvenes. En niños. Vamos sumando. El suicidio no entiende de edades, ni de clases sociales, ni de sexo, ni de profesiones (aunque hay factores sociales que acentúan los trastornos). No se salva nadie. 

Este año España ha registrado la mayor cifra de suicidios de la historia. En 2020 se registraron 3.941 suponiendo una media de casi 11 diarios. Y en cambio el tema se trata como si fuera una excepción, como si fuera improbable, como si no fuera una opción que han elegido miles de  personas en el país. Y seguimos sin tener una sanidad pública que nos ampare de las enfermedades mentales.

Estamos expuestos y con más papeletas que nunca. Pero que te atiendan por seguridad social a un problema de salud mental resulta misión imposible. Que te deriven a psiquiatría es más improbable que incluso que te toque la lotería. Y si decides ir por tu cuenta sabes que la consulta al psicólogo es mínimo 50 euros y al psiquiatra ya innombrable.

Urge impartir educación emocional, es una asignatura necesaria. Tenemos que ser conscientes de que este fenómeno existe y que la pandemia ha dejado cicatrices en nuestra salud mental que nos van a acompañar durante años. Es más importante que nunca invertir en salud pública y en visibilizar. En ser empáticos y en reaccionar ante cualquier aviso o alarma de alguien que conozcamos. Es necesario que nos entendamos y que nos apoyemos. Que nos recordemos que todo tiene solución, que la vida nos puede azotar y odiarla, pero que siempre hay motivos para avanzar, para seguir… Para vivir. 

Laura Vaquero

Cree firmemente en las palabras como mecanismo de defensa y manifestación.

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