Recuerdo cuando hace ya más de diez años aprendí el significado de una palabra que hasta el día de hoy la siento mágica: sentir.
Puedo visualizar el momento en el que le decía a mi novio de aquel entonces “si te fijás bien, la respuesta a todo en la vida es el sentir, todo se responde con sentir. Cuando comemos algo, lo degustamos, lo saboreamos y sentimos el placer de alimentar nuestro cuerpo. Cuando decidís hacer algo importante en tu vida, es porque te moviliza cuando sentis que es lo que te podría hacer feliz. Cuando tenemos sexo lo hacemos para sentir, al fin y al cabo, sea de forma romántica o no. Todo se resume en eso: sentir.”
Cuando dije todo eso tenía creo que unos dieciocho años. Hoy tengo treinta y dos y sigo pensando igual. Mismo, la palabra se puede leer de forma conjugada en el título de esta página: el sentido de la vida.
No voy a contar todo lo que atravesé en mi vida para llegar hasta acá, quizá eso sea material para un libro o un guión, como lo es uno de mis sueños, pero lo que sí puedo decir hoy es que todos los obstáculos que he superado me condujeron a esta hermosa carrera que, como muchas personas dicen, puede que a veces no me agrade tanto, pero lo que también es cierto es que consumimos producciones artísticas a diario y es innegable que la reacción es el sentir.
Sentimos porque eso es lo que nos hace seres humanos. ¿Acaso no hemos visto a lo largo de la historia personas que han destrozado nuestro planeta o atacado sin medida a otras personas? No son monstruos quienes nos pintan como demonios, seres que no habitan este mundo, sino nosotrxs lxs humanxs. Quienes portamos
la sensibilidad que caracteriza a la humanidad poseemos una virtud que, a veces, suele ser marginada como un defecto.
En cuestión, la sensibilidad no es más que una imperfección, ¡y qué bueno que lo sea! Benditas aquellas personas que encuentran entre tanta frialdad, un toque de emoción. Nunca viene mal un poco de sensibilidad para hacerle entender hasta a la persona más tosca que puede sentir algo en su interior.
Nunca va a existir un grado en el que todas las personas pensemos igual, y eso es lo magnífico, porque con cada distinta visión que habite podemos ser capaces de
generar formas de expresión que provoquen un impacto, sea algo personal o social. Eso es lo que generamos cuando buscamos en otrxs el sentir. A su vez, creo mucho en la intuición. La mayoría de las decisiones que tomé en mi vida fueron en base a mi intuición. Con ella aprendí a valerme por mí misma. Con ella conecté con quien hoy es mi terapeuta. Con ella aprendí a leer el tarot y a partir de ahí conseguí un trabajo de ensueño en el que puedo fusionar la mancia con la gastronomía. La intuición es la característica más primitiva del sentir. Todo se reduce, como dije hace más de diez años y sigo diciendo, en el sentir.
