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El mito del ave fénix

Cuentan que el ave fénix vive 500 años cada ciclo, que tiene un plumaje de vivos y brillantes colores, y que su pico tiene el color del oro. Es una criatura asombrosa, se alimenta de gotas de incienso, y, además, dicen que sus lágrimas son capaces de curar cualquier enfermedad. 

Esta ave tiene poder sobre el fuego, pues puede apagarlo o hacerlo surgir. Y cuando sabe que la hora de morir ha llegado, crea un nido con maderas aromáticas, canela y mirra, se envuelve en él y con su propio poder, lo incendia. 

Y después de que todo arde, las cenizas son dispersadas por el viento mientras se escucha un poderoso aleteo…el ave fénix renace de sus cenizas. Es el mismo y a la vez, uno nuevo.

El mito del ave fénix es conocido prácticamente en todo el mundo, aunque con distintos nombres en algunas culturas.

Es una metáfora que utilizamos en temas de desarrollo personal para hablar de resiliencia. Pero hoy, de forma más pragmática, y menos idealista, te invito a conectar con tu parte fénix.

Todos en mayor o menor medida, hemos sobrepasado etapas dolorosas en la vida. 

Todos hemos estado en circunstancias que, de acuerdo con nuestra forma de vida, nos parecen adversas. Es cierto, a veces nos quejamos desde nuestra posición de privilegio, o como coloquialmente se dice, nos ahogamos en un vaso de agua. 

Hoy es necesario reconocer a las aves fénix que habitan entre nosotros, aquellas que se enfrentan o enfrentaron a un diagnóstico de ansiedad, depresión, TLP o cualquier otro trastorno, aquellas que vivieron un evento traumático o atravesaron un duelo; aquellas que han sido víctimas de violencia física o psicológica y también aquellas para quienes la simple cotidianeidad de la vida resulta compleja, aquellas que en algún momento sintieron que sus lágrimas a diferencia de las del ave, no eran capaces de aliviar el dolor, y, aun así, siguieron aleteando.

Esas personas que tienen colores brillantes en el alma y que les resulta difícil mirarlos. 

Esas personas que han atravesado túneles de oscuridad y no se han dado por vencidas, que han sabido hacer pausas y saberse cansadas, grises y atascadas.

Estas personas fénix saben cuando un ciclo necesita terminar, y prenden fuego a aquello que necesita ser transformado, son capaces de verlo, de abordarlo, de nombrarlo, de pedir ayuda si lo necesitan, y entonces… resurgen, siendo en esencia las mismas, aunque mucho más fortalecidas, con más sabiduría, con la capacidad de ver el brillo en sus propias alas, y de reconocer el poder curativo de sus lágrimas.

Las veo a mi alrededor y quisiera poder agradecerles, quisiera poder decirles que aunque no lo sepan, su estar en el mundo hace la diferencia.

Sobreponerse de las situaciones que la vida presenta, más allá de los diagnósticos y de las etiquetas, y elegir renacer, es un valor que necesitamos mirar hoy más que nunca. 

Mireya Thomas

Madre de dos hijos, psicoterapeuta gestalt y consultora en desarrollo humano

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