El capitalismo arcoíris, también conocido como capitalismo rosa, consiste en la mercantilización de signos de la comunidad LGTBIQ+, como la bandera o la inclusión en productos de conceptos como “diversidad” u “orgullo”, entre otros, con un objetivo puramente capitalista y alejado de cualquier tipo de activismo social relacionado con este tema. Para explicarlo mejor: consiste en que, sobre todo en meses como junio, cuando se celebra el orgullo, gran parte de los comercios te venden camisetas, pulseras o envoltorios de comida con la bandera LGBTIQ+ o frases típicas como “el amor es amor”, “rompe los armarios” o “viva la diversidad”.
Esto es muy dañino y perjudicial a nivel social, ya que permite a estas tiendas e instituciones transmitir una imagen “progresista” de tolerancia y diversidad que no siempre es real. Muchas de ellas no han ofrecido un apoyo verdadero a la comunidad o incluso han contribuido a herirla mediante manifestaciones violentas o actos de discriminación. Además, el capitalismo arcoíris aprovecha económicamente una causa social que tiene como objetivo principal la visibilidad de la comunidad y la erradicación de cualquier forma de agresión, acoso o violencia hacia la misma.
¿Cómo podemos evitar potenciar este capitalismo arcoíris o rosa? Todos, o casi todos, en algún momento por desconocimiento o ignorancia, hemos comprado algún producto con un símbolo LGBTIQ+ en una tienda que no ofrecía un apoyo real a la comunidad. No pasa nada: lo importante es ser conscientes de ello y reconocer que hemos colaborado con esta práctica. Recordemos, como dice el dicho: lo primero es mirarnos a nosotros mismos y aceptar que también podemos cometer errores.
Para no seguir fomentando esta práctica, podemos aplicar dos pasos sencillos:
- Investigar bien la historia de la tienda o institución que nos ofrece el producto. Averiguar el origen del mismo y a qué se destinarán los fondos de esa compra.
- Según las conclusiones a las que lleguemos, decidir si comprar el producto en esa tienda o en una que sí ofrezca un apoyo real a la comunidad.
Apoyemos de verdad a empresas pertenecientes a personas de la comunidad o a aquellas que manifiestan un compromiso real con el activismo, ya sea públicamente o a través de aportes económicos concretos. Al final, el orgullo es nuestro: somos los verdaderos protagonistas y quienes deben alzar la voz por nuestros derechos. Por eso, el activismo que mostramos en las calles también debe estar presente en nuestras decisiones de compra. De esta manera, estaremos ayudando tanto a otros como a nosotros mismos de una manera real y significativa.