Del verbo ‘desapegar’: m. Falta de afición o interés, alejamiento, desvío. (Diccionario de la Real Academia Española)
La conocí hace varios años atrás. Hermosa, con aspecto juvenil a pesar de haber cruzado la línea de los cuarenta hacia rato ya, con su pelo azabache largo hasta la cintura, ojos color avellanas, y esa sonrisa.
Sonrisa de “acá esta todo bien”. Sonrisa de “a mí no me pasa nada“. Si, obvio de que me di cuenta. Solo que pude confirmarlo después de casi una hora de observar en silencio las maravillosas pinturas de su exitosa exposición. Las mire con mi pudor ignorante por su arte, dejándome convencer de las verdades detrás de las pinceladas, y haciendo oídos sordos de las criticas inexpertas de otros ojos curiosos, los que examinaban los lienzos con sus perspectivas propias.
Colores impactantes, rayas geométricas, remembranzas de la tierra que la vio nacer y partir, explosión de colores, y matices que efectivamente transpiraban emociones profundas, las que, sin duda alguna, la habían llevado a decidir cada trazo del pincel.
No intentaba esconder nada. En absoluto. Era claro que estaba en ese punto de la vida en donde todas las cartas se revelaban sobre la mesa. Sin confusiones ni malentendidos. Cada brochazo de óleo sobre la tela era el fiel desenlace de una historia que no había sido fácil.
Nada de lo vivido era particularmente especial, digo, la bella mujer había experimentado lo que a muchas y muchos les pasa. Amor, desamor. Crecer en direcciones opuestas. Lucha interna por definirse. Nada podría interpretarse como grotesco o brutal. Pero las definiciones son también subjetivas. Ningún hecho por lo mas simple que parezca influye en la misma forma en la vida de dos personas. Incluso si estas son pareja. Es más, la discrepancia en los puntos de vista y las necesidades individuales fueron el móvil esencial que detonaron las emociones que se desmembraban en las pinturas.
Rojos violentos, líneas negras, amarillos rabiosos se combinaban en rayos de fuego que brotaban del cuadro. Pasión ardiente, dolor profundo, desgarro.
Al final, todo se resumía a una palabra, la que englobaba todos sus sentimientos: ‘desapego’. Y la última conclusión de la artista que decidió su futuro absorbiendo las consecuencias de sus actos, hasta preferir estar confortable con el caos de su propia vida, ya que esta manera de vivir era mucho más sana que vivir en el sueño de otra persona. Por más disneyryano que se muestre.
Y solo entonces, cuando fue libre, entendió que la vida es un continuo aprendizaje por perder cosas, dejarlas ir, para que otras, mejores y renovadas tomen su lugar.
Ella finalmente pudo pintar su propia historia, usar sus propios trazos. Acertados o fallidos. Siendo generosa consigo misma y sus emociones, pudo regalarnos su hermoso arte.