Hay una delgada línea que separa la libertad de expresión con la ofensa. Esta línea tan delgada y a veces invisible es lo que la sociedad debería reflexionar.
El derecho dice, textualmente: “La libertad de expresión se encuentra limitada por el derecho al honor, si bien este derecho constituye no solo un límite a dicha libertad sino también un derecho fundamental en sí mismo que protege un determinado ámbito de dignidad para su titular, por lo que se produce una limitación recíproca entre tales derechos”.
En esto, creo que todo el mundo está de acuerdo. Sin embargo ¿por qué todavía se justifican bajo la libertad de expresión palabras mal sonantes, improperios o calumnias? ¿Por qué necesitamos que una ley nos explique los límites? ¿No sería mucho más sencillo atender a la moral humana?
El día que “Hola 2021” se hizo viral pensé en lo bonito de la libertad de expresión. Una ciudadana más expresando un dolor común que llegó al corazón de otros tantos humanos identificados con ello. Pero con el paso de los días, empecé a ver esa delgada línea de la que os hablo, porque la misma reflexión emocional que escribí y posteriormente narré, se vio sujeta a una distorsión de la verdad en su máxima potencia, para rahezar y etiquetar su esencia.
Está claro que no todos percibimos las cosas de la misma manera y más aún cuando incumbe a una sociedad entera pero, ¿cuál fue el problema? Con humildad os diré que esa delgada línea.
Unos ejercemos la libertad de expresión y otros ejercen el mal entendimiento de la misma. No todo vale, no deberíamos necesitar una ley que nos lo explique y jamás deberíamos creernos a los que no saben usarla.
Más de un año después de ese controvertido vídeo, puedo decir con la cabeza muy alta que escribir siempre ha sido un cimiento desde el respeto, la dignidad y el honor.
Por ello, “Hola 2021” solo fue un escrito más en mis veinte años expresando sin parar.
“Un día fue un vídeo, otro día me encuentro a doce metros de la verdad”
Cuando estás dispuesta a pagar el precio de expresarte, la vida te lleva a lugares insospechados, donde con perspectiva puedes ver que nunca cruzarás esa delgada línea y te mantendrás con rectitud. Te darás cuenta de que no pagas un precio si no que aumentas un valor.
Hablad, escribir, expresad. Hacedlo siempre desde la ética, aunque os pisen vuestras palabras, aunque las tergiversen, aunque las manipulen; porque cuando la libertad de expresión se usa para el bien, nada ni nadie jamás podrá contra ella.