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Coge las riendas de tu vida

Fuente: Renato Abati/Pexels

Me veo y no me reconozco. Estoy llorando, sofocada, decepcionada; no soy yo. Me pregunto cómo he llegado a este punto de irritación continua. Llevo tiempo quejándome por todo, enfadándome por lo más mínimo. No recuerdo lo que me gustaba hacer ni con quién me gustaba pasar mi tiempo libre. Sé que soy una persona risueña, sociable, “payasa” con mis personas de confianza. Pero, dónde ha quedado eso, dónde está mi felicidad, mi yo… 

Llevo tiempo pensando en lo satisfecha que me sentía cuando era yo la dueña de mi vida. Todo lo que hacía lo realizaba por y para mi presente y futuro. Y me sigo preguntando porqué estoy en esta situación que me tiene atrapada, sin dejarme crecer como persona y salir a relucir mi propio ser. 

“Un sentimiento que a veces te lleva a tocar las nubes y otras te consume”

Entonces miro al otro lado de la cama y lo veo a él, esa persona con la cual, durante unos años he sido feliz, he vivido momentos inolvidables y hemos labrado un futuro juntos. Pero ahora lo siento como a un extraño al cual he dejado de forma inconsciente que guiara mi sendero, llegando a perderme. 

Después de 18 años juntos, parecemos desconocidos unidos por algo que un día tuvimos en común, el amor. Un sentimiento que a veces te lleva a tocar las nubes y otras te consume. O un sentimiento al que le ponemos por nombre amor y acaba siendo una obsesión. 

Pienso que he luchado por mantener viva esa relación y he perdido. Sin embargo, la realidad es que he ganado al darme cuenta de que ya no hay camino que nos lleve a un nosotros. Reconozco que detesto ser la persona en la que me he convertido: insoportable, dejando de lado relaciones de amistad por los celos, frustrándome por cada cosa que él hacía y no era de mi agrado. En ese momento me doy cuenta de que somos seres libres, naranjas enteras y no tenemos derecho de adueñarnos de otra persona. Siento la necesidad de escapar de este matrimonio y retomar mi vida por donde la dejé al conocerle. 

“Hasta que una mañana abro mis ojos y miro hacia el otro lado de la cama, y está vacío”

Tengo miedo de poder equivocarme y echarle de menos, del qué dirán los demás. Incertidumbre de si volveré a enamorarme y encontrar a un compañero de vida. Medito tomando conciencia una vez más de en lo que me he convertido y tanto daño me está haciendo. Entonces, ¿por qué voy a tener miedo de dejar algo que no me hace bien? Soy capaz de ser una persona independiente y decidir por mí misma. Es el momento de coger las riendas de mi vida y pensar en mí después de tanto tiempo dedicado a mirar por el bienestar de otra persona. 

Decidida voy a hablar con él y se acaba. Es un momento difícil, ves a la otra persona derrumbada como si no fuera capaz de vivir sin ti, pero realmente no es así. Llegan unos días raros, de sentimientos contradictorios. Hasta que una mañana abro mis ojos y miro hacia el otro lado de la cama, y está vacío. Siento tranquilidad al tener el poder de elección en lo que haré ese día y los que vengan. No tengo la preocupación de cómo reaccionará la otra persona si yo tengo un plan o si le molestara lo que yo haga. 

“Siento que me estoy enamorando de mí”

Quedo con un grupo de compañeros del instituto. Hacía años que no iba sola a una reunión de amigos. Vuelvo a sonreír, nos contamos mil anécdotas y me acuerdo de maravillosos hobbies que tenía cuando me dedicaba tiempo a mí. Me gustaba salir a patinar y hacía años que no pensaba en unos patines; leer (últimamente solo veía series que le gustaban a él)… Vuelvo a reencontrarme con todas mi aficiones. Siento que empiezo a encaminar mi vida hacia la dirección que deseo. 

Después de varios meses de haber comenzado mi camino, me siento grande, feliz, empezando cada día con energía y positividad. Estoy conectando conmigo misma. Descubriendo parámetros que desconocía de mi yo y escuchando mis propias necesidades. Siento que me estoy enamorando de mí. 

A los seres humanos nos suele dar miedo el cambio y cuando tenemos una vida estable, nos da pánico salir de la rutina. Pero muchas veces, esa estabilidad nos hace infelices y nos limita el avanzar y conseguir alcanzar nuestra autorrealización. 

“Seremos buenos compañeros de vida de otros seres queridos cuando nos amemos a nosotros mismos”

Cuando algo no funciona y oprime una parte de nosotros, debemos dar un giro y tomar las decisiones que sean necesarias para progresar. Muchas veces no es fácil, pero sí necesario. Vida solo tenemos una y es solo nuestra. Nadie es dueño de nadie, ni podemos pretender esclavizar a otra persona para nuestra propia comodidad. Tenemos que ser autónomos a la hora de decidir cuál es nuestro objetivo en la vida y en cómo conseguirlo. Habrá personas que te quieran como dueño de tu propia vida que eres y, quieran caminar contigo para alcanzarlo. Te cruzaras con otras que no conozcan este grado de confianza, querer, admiración… y que intentarán modificar parte de ti para satisfacer sus carencias. 

Seremos buenos compañeros de vida de otros seres queridos cuando nos amemos a nosotros mismos. Al igual que en un avión, para salvar a otro, primero debes salvarte tú y ponerte tú la mascarilla y el chaleco salvavidas; en una relación, para querer bien a la otra persona, primero debes quererte a ti mismo. 

Sofía García Núñez

Concienciada con el bienestar animal y medioambiente.

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