Mis recuerdos de la infancia
los mejores, los más tiernos,
los veranos, los inviernos,
se envuelven con su fragancia.
Cuando me narraba un cuento
de paisajes inventados
por sus ojos tan cansados
de noche, de esquina y viento.
Y en sus dedos siempre tinta
savia negra de los diarios
hoy escriben los glosarios
de aquella niñez extinta.
Puso en mi boca el poema,
en mis manos su guitarra,
esa música que amarra
y ahuyenta cualquier problema.
Es un hombre que camina
con los pasos apurados
como si se le escaparan
los sueños mejor soñados
Me enseñó junto a mi madre
(la razón de su existencia),
que en la vida todo llega
con trabajo y con paciencia.
Yo lo tomo como ejemplo
cuando pienso en decisiones
lo difícil se hace cuento
y a brindar por más canciones.
Puso en mi boca el poema,
en mis manos su guitarra,
esa música que amarra
y ahuyenta cualquier problema.