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Carta al Alzheimer

No sé si me reconocerás o  simplemente finges que me escuchas. Tu pensamiento se tambalea como  una rosa que se va marchitando o un recuerdo que es mejor olvidar. Sin embargo,  las canciones que me enseñaste cuando era pequeña resuenan en tu cabeza y  las cantas  como una niña cuando  tararea la banda sonora de su película favorita.

Me gusta escucharte, porque creo que tus palabras no son superfluas, siento que son tus raíces cargadas de verdad, ya que el miedo ya no te aprisiona para decir lo que sientes.

Dentro de cada uno de nosotros existe una batalla en donde la razón y la emoción se enfrentan y es que tú, temida demencia, vienes a callar a nuestra lógica y hacer gritar al corazón, ese que  muchas veces silenciamos.

Te sigo observando y recuerdo a la mujer que fuiste y observo a la que eres hoy, sientes a los que se fueron cómo si estuvieran aquí. Y  quién soy yo para juzgar tu realidad.

Nos reímos de la vida y me refugio en ese mundo que has creado,  y es que la verdad  es tan oscura que a veces es necesario pintarla de colores.

La demencia es una puerta que te reconduce a tu niñez, esa que algunos te quisieron robar, esa que hoy te permite soñar.

Sigue imaginando , sigue sintiendo , eres más sabia que todos nosotros al recordarnos que tu pasado y tus seres queridos nunca se fueron, ya que habitan dentro de cada uno de nosotros.

Y es que querida abuela, no te voy a engañar,  siempre  pensé que en el Alzheimer existe algo de verdad.

Macarena Arnás

Escritora y psicografóloga. Inquieta e inconformista por naturaleza.

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