Querida mujer:
Te mereces ser feliz. Si, repítetelo cuantas veces lo necesites. Y recuerda que para eso no necesitas a nadie.
Has escrito y practicado la prosa por otros, algunos incluso que no se merecían ni la primera letra, por no saber mirarte, cuidarte o respetarte. Algunos han logrado hacer poesía llena de mentiras, de cartas escritas a máquina o con las lágrimas que te han inundado…
Así que querida mujer, GRAN MUJER, dedícate a ti cada una de las palabras bonitas que dedicaste a esos que no encajabas en su ecosistema, que no eras suficiente o que te maltrataban.
Te prometiste a ti misma no recurrir a tus pensamientos para acordarte de esa persona, sabes que no es fácil, y aunque la nostalgia te inunde en numerosas ocasiones, tu eres más fuerte que ella. Lo estás haciendo bien, a veces te caes y piensas que no serás capaz de superarle, o incluso te gustaría correr hacía esos brazos. Pero no hay mejores brazos que los tuyos, que te abrazan en tus noches de soledad o sostienen cada copa de tinto, por supuesto que de rioja, en cada una de las aventuras que te prometiste vivir.
No seas tan dura contigo misma, no idealices a un dios que te hizo sentir en el infierno, lleno de preguntas, de súplicas y dolor. Mucho dolor. Soledad en cada vez que te dijo que no a tus sueños.
Ahora te has hecho aún más selectiva, te pones en el lugar que te mereces, con sus límites y prioridades, y no llenas tus vacíos con cualquiera. Porque, querida, tu mejor compañía siempre serás tú en armonía. En cada paseo en bici persiguiendo el atardecer, en cada madrugada escuchando el sonido de la naturaleza, en cada paseo por el río, en cada avión al que si debes de subirte, en cada acción que hagas desde el respeto y la conciencia. Priorízate siempre.
Te quiero.