“¿Qué hace falta para amar? Conocer. Y ¿qué hace falta para conocer? Tiempo y calma”
Terminamos con el CORAZÓN…
No todos los caminos llevan al amor el amor es el que lleva a todos los caminos. Aunque hay excepciones la verdad es que el ser humano no se caracteriza por ser un llanero solitario, todo lo contrario, detrás de nuestros pasos suele hallarse la ruta hacia un hogar.
“Todos tenemos una tendencia natural a enamorarnos… por esta razón cuando no estamos enamorados estamos en espera de hacerlo”
Arthur Schopenhaue
Amar es la función más trascendente y maravillosa que puede llevar a cabo un ser humano. Nadie puede vivir sin amor porque es la fuerza que garantiza la unión de todo el cosmos, aunque nos neguemos a amar, el amor se va acumulando en el ventrículo derecho del corazón, ese es el lugar donde se almacena cuando no lo queremos utilizar, podemos reprimirlo o esconderlo, pero no eliminarlo. El amor permanece ahí, no desaparece, está ahí listo para salir, y lo que ocurre cuando lo guardamos mucho tiempo, sin procesar o sublimar, es que se sale de su cauce, se desborda, y cuando esto ocurre no tenemos más remedio que entregárselo al primero que pase por nuestra puerta, y hacerle entrega de una acumulación de afecto, porque no sabíamos qué hacer con él. Ésta es la razón por la cual a veces nos enamoramos de la persona que no debemos.
Aquellas personas que estuvieron dispuestas a esperar su destino, aún a riesgo de que nunca llegue la persona adecuada, son las que deciden vivir desde el amor y no desde el miedo.
Elegir a una persona desde el amor, es hacerlo desde la alegría y desde el disfrute, hasta el crecimiento personal, porque eliges estar con alguien porque ensanchas un mundo nuevo de posibilidades y da el sentido que quieres dar a tu vida. Elegir desde el miedo, más peligroso aún si no se reconoce que se tiene, es elegir a cualquier persona que puede hacerte daño, o dejar en tu vida a una persona que tiene la capacidad de hacerte daño.
¿Cómo vas a gestionar tu espera?
Quizá nunca consiga una pareja, por apuntar demasiado alto y eso fuera el problema, podría revisar mis exigencias, pero jamás padeceré las heridas por caer demasiado bajo y no saber estar sola, ya que quiero compartir mi vida por amor, disfrute y crecimiento, no por necesidad. Y si la persona con quién deseo compartir mi alegría no aparece, entonces disfrutaré igual de los innumerables quehaceres que me ofrece la vida. No existe la prisa para quién sabe disfrutar de la espera.
“Todo miedo es una llamada de socorro al amor”
Poner el corazón encima de la mesa asusta, abrirse a lo extraño asusta, el propio acercamiento al amor tiene el poder de sacar a la luz nuestros miedos más profundos. Cuando el amor se pone en marcha es el momento en el que nos libramos de las corazas que decían protegernos de aquello a lo que ahora abrazamos. El amor es ese instante en que nos desnudamos ante el otro física y emocionalmente, cuando reaparecen las heridas del pasado, aquella ruptura que nunca superamos o los complejos y defectos que siempre escondemos.
El amor es como subir a lo alto de una montaña, la montaña de nuestros miedos, y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Quieres volver atrás y dejar de tenerlos, o quieres aprovechar la oportunidad para ahora que ves a tus miedos con mayor nitidez combatirlos de una vez y dejarte arrastrar a la experiencia más extraordinaria de la vida: el enamora-viendo?
Las personas con una sana autoestima nunca pierden de vista su valor. Si has tenido una pareja que ha dañado tu autoestima ha sido una pareja que ha dañado tu valor, y por tanto tu esencia.
La trampa de no valorarse es que puedes amar a cualquier persona que no lo merece. Primero hay que entender que no se puede compartir aquello que no se tiene, que quién no se ama, no puede amar bien, pero entiéndeme bien, el problema es justo este: si no te valoras y no te amas, entonces podrás entregar amor a quién no te valore ni te ame. Esta es la trampa, cuya red que puede salvarte es: ser capaz de valorarte para saber valorar bien si la persona que tienes enfrente es la adecuada, ser capaz de amarte para poder amar o no amar a la persona que tienes delante.
Aquellas personas que igual que han encontrado el coraje para lanzarse ante la incertidumbre, deben ser aquellas que son capaces de hallar el valor para retirarse cuando la incompatibilidad se ha vestido de certera.
Solo cuando te ames sin medida, te valores por lo que eres y no por lo que haces, y cuando aprendas a amar la vida y a ti mismo de forma pura, estarás preparado para amar a una persona y comenzar una sana relación, porque no dependerá de lo que ella o él te haga sentir, sino de lo que tú sientas con esa persona cuando estáis juntos, habláis, compartís un vino, un café, una siesta o un atardecer.
Cuando sabemos quiénes somos, cuánto valemos, y qué esperamos de la vida, tendremos la capacidad de decidir quién queremos que camine a nuestro lado. Mientras tanto, seremos cadáveres de personas que no nos valoran, que no saben quiénes son y que nos saben qué quieren de la vida. Pero permaneceremos a su lado, porque atraemos lo que somos, y para espantarlas y que salgan fuera de nuestra vida primero tenemos que cambiar nosotros.
De esta forma decides de manera acertada a quién das tu número de teléfono, con quién sales, con quién mantienes relaciones sexuales, de quién te haces amigo, y cuando es auténtico prolongar o cortar una relación. Me atrevería a decir que todos los problemas de pareja pueden ser identificados por haber dicho que sí demasiado rápido, o haber dicho que no demasiado tarde.
“Una relación no es el lugar para encontrar el amor es el lugar para poner en común nuestro amor por la vida, no es un punto de encuentro, es un espacio de celebración”
El objetivo de una relación no es durar si no disfrutar. Cuando descubrimos que disfrutar es junto al amor, el sentido de la vida, durar en una relación no es suficiente.
La capacidad de disfrutar la vida es uno de los pilares fundamentales de las personas que saben amar. Para que una pareja funcione en el futuro es importante alcanzar un alto grado de amistad y para ello es necesario compartir ciertas inquietudes, gustos, filosofía de vida, sentido del humor, es decir, dotar a la relación de un verdadero significado dentro del título que hemos elegido para nuestra vida.
Las relaciones más fuertes son aquellas en las que sus miembros se lo pasan bien, conectan, se ríen, viajan, descubren, aprenden el uno de lo otro, y hacen del romance una auténtica celebración de la vida. Ese es el verdadero sentido de formar una pareja, así pues la pregunta que debemos formularnos cuando sentimos atracción o deseamos a una persona, no es sólo cuánto siento, sino cuánta alegría generamos juntos a nuestro alrededor, también cuando compartimos nuestra relación con otras personas.
“Cualquier relación que aspire a durar en el tiempo, además de hacernos disfrutar, nos debe ensanchar como persona”
Gracias a Pablo Arribas por aportarme tanta inspiración con este libro. Agradecer también a cada de ustedes por leerme, escucharme, escucharte y caminar a mi lado…