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Busco un hombre estoico que me acompañe en este viaje

No quiero un hombre que constantemente llame mi atención, que recurrentemente saque el mismo tema, que no tenga el valor de superar sus miedos internos, que no viva en el presente y se haya quedado anclado en el pasado. 

Ya que como mujer que he sido cosificada como víctima de violencia, tengo la imperiosa necesidad de gritar y expresar mis emociones. 

Emociones que me ha costado casi la vida descubrir y sigo en camino de superación. 

De vivir en el presente pues el pasado, todavía y siempre, me causará que mi herida vuelva a sangrar. Ya aprendí la lección y espero no volver a repetirla pues mi camino se lleno de espinas que atravesaron hasta mi alma y casi no lo cuento.

Cuando me cuentan lo mismo una y otra vez, caigo en la pereza y tengo la necesidad de alzar mi voz porque la escucha se distorsiona y ya sólo se oye. No se puede hablar del mismo tema miles de veces cuando ya has transmitido tu opinión. El interlocutor sólo tiene que escuchar y poner en práctica aquello que le puede servir pues es el único que emocionalmente puede atravesar el hastio que siente y no convertirlo en pensamiento recurrente que le afecte y distorsione la realidad que aprecia. 

Quiero un verdadero estoico, el practicismo es mi significado. Estoicismo en el sentido del predominio de la razón sobre la emoción sin control. Esta afirmación se deriva del aprendizaje y diferenciación de cada una de las emociones que se pueden sentir. De la simple teoría de que la emoción, sea positiva o negativa, hay que sentirla y sobrepasarla porque su duración es corta. Muchas veces, cuando nos anclamos en una de ellas, es mejor dejarnos llevar por la paciencia que nos permite disponer de tiempo para poder razonar, y llegar a la conclusión que sólo con la capacidad racional podemos concluir que no era nuestra enemiga y que nos estaba advirtiendo que, a veces, necesitamos cambios en nuestra vida.

Por eso, aprendí que, en este momento de mi existencia, es necesario estar en el presente y mi futuro es el mañana. No puedo hacer planes para el futuro porque es disperso y me causaría tanta angustia que prefiero centrar mi preocupación por lo que pasa dentro de venticuatro horas y así poder avanzar y evolucionar con tranquilidad. Mi lema es centrarme en el aquí y ahora, y el mañana ya se verá.

No quiero ilusionistas que construyen castillos que se hundan en el aire. Mi bienestar emocional depende de mí aprendizaje, y nadie ni nada me lo va a trastornar, y menos con palabras que me regresen al sentimiento de culpabilidad, ya que la culpa vive incrustada en mi interior, a la espera de ser de nuevo despertada para doblegarme a su antojo y disparar la desesperación.

Pues yo soy así, y ahora que me muestro tal cual soy, no quiero a alguien que me diga que entiende mi ignorancia, mi desgana, mi falta de interés, que siempre se sienta mal emocionalmente porque ahora, en este momento, no puede disponer de mi ayuda porque estoy gritando ayuda al viento y centrada en los problemas que me acontecen para poder superarlo sin que la maldita culpa me haga retroceder al pasado. 

Está claro que cuando una emoción se ha convertido en recurrente ante algo que nos angustia, ya no es emoción es pensamiento, y sólo el mismo sujeto que la sufre tiene la llave para poder modificar sus efectos y que no le límite en su día a día. 

Cuando eres víctima de violencia de género la violencia no termina el día que decides mandar a tu agresor de paseo cuando tienes hijos en común. 

La violencia se transforma en vicaría. Sigues sufriéndola, pero el dolor es mayor, ya que es transmitida a través de lo que más te duele, tus hijos. 

El tiempo pasa y cuando tus hijos llegan a la adolescencia, ya no sólo sufres la violencia de tu ex sino de tus hijos, que expresan lo que sienten a través de la rabia porque a ti te lo pueden comunicar y viven reprimidos en la casa de su padre. Te amenazan, te levantan el puño, te gritan y tú vuelves a revivir el pasado. 

Sacas las fuerzas de no se sabe dónde para poder seguir adelante y ayudar a que tus hijos sean personas y no sean agresores.

Lo tuyo ha sido violencia psicológica, sexual, económica y ambiental, y por miedo no has puesto denuncia a nivel social, aunque tengas un certificado médico que lo certifica. Te juzgan y piensan que no tienes los mismos derechos que otra mujer, que por ser agredida físicamente tiene una sentencia firme. 

Así nos va, cuando vas a la comisaría porque tu pareja te ha hundido en la miseria más profunda, cuando piensas que has perdido la razón. La culpabilidad es tu lema porque no eres la supermujer (cuidadora, amante, limpiadora y trabajadora) que se ha instaurado en tu mente por lo que te dice tu pareja. Y en dicho sitio, te dicen que no es para tanto. 

Cuando has pasado por la bulimia, la sumisión, el miedo por levantamientos de brazos pero sin rozar el puño tu piel, y ves un poco la luz, el sistema policial te hunde y quedas de nuevo en el fango. 

Por todo eso, que vivo en mi día a día, necesito un hombre que no tenga fobia a evolucionar emocionalmente porque mis emociones están a flor de piel.

Un hombre que sea comunicativo y escuche, que no sólo hable de lo que le acontece, porque he aprendido que la escucha es necesaria pero no se brinda a quién no escucha y sólo oye. 

Un hombre que me respete como mujer, con mis emociones, mis problemas y mis defectos, que no quiera cambiarme ni transformarme en su ideal de mujer. Yo no he nacido para ser cuidadora, amante y buena esposa. Con todo lo que me acontecido soy un alma libre y no voy a supeditar mi libertad a lo que socialmente se ha constituido como una pareja y que las mujeres intentamos cambiar tanto a nivel maternal como laboral.

Por lo tanto, sólo puede estar a mi lado un hombre que me acompañe en la construcción de los cimientos de una existencia feliz y significativa. 

Alguien que ha adquirido resiliencia emocional, que ha descartado lo superficial de la vida, que ha desarrollado autoconfianza y autoestima, que pueda cambiar, él mismo, lo que quiera él cambiar. Pues yo como mujer no te voy a cambiar, ni te voy a pulir y vuelvo a escribirlo, no necesito que me cambies, porque soy yo misma.

Sólo un estoico me puede acompañar en mi aventura.

Yolanda Moreno

Pintora y arqueóloga de las emociones. Mediadora en arteterapia.

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