Cómo se malacostumbra la gente a que las personas optimistas, empáticas y entusiastas estén siempre con la sonrisa puesta y el sí por delante. Cuesta creer que esas personas también tienen derecho a caer, a llorar, a decir “no” para protegerse, para encontrarse o simplemente como forma de rebeldía a la que pocos están acostumbrados. Lo malo de siempre entender al otro y estar para todo, es que ese otro no sabe respetar esos cambios puntuales y reclama su “derecho” a tenerlos siempre igual, a su disposición, como si de sirvientes o bufones para la corte se trataran.
“No busques apagar a otra persona para tu bienestar personal”
Aparte de volcarse en las personas, querer por encima de todo y ser buena persona, escuchan activamente, poniéndose en el lugar del otro, sin esperar nada a cambio. O quizás sí, se espera que se les pegue algo y sepan querer e intentar que el mundo sea un poco mejor promulgando el bien, el diálogo y el respeto.
No todo el mundo es igual, y eso es lo que hace atractiva y entretenida la vida, por eso, no busques apagar a otra persona para tu bienestar personal, no lo culpes de tus males por desaparecer, para cuidarse de vez en cuando, no le acuses de querer cambiarte para agradarle, no se trata de eso, se trata de entender lo que le hace daño y buscar un punto común donde os nutráis mutuamente, solo se trata de tener un poco de responsabilidad afectiva, si no la tienes, el problema lo tienes tú, no el otro.
¡¡Cuánta verdad en esas palabras!! Hay que respetar el silencio de la otra persona, ya que muchas veces necesitamos desaparecer para poder sanarnos y volver reconstruido. Y no tiene que ver con nada personal con la otra persona, si no con uno mismo.