Admiro la maestría con la que se esculpe el afán del profesionalismo en general. Pero cuando se trata del gremio femenino, me inspiran mayor entusiasmo aquellas mujeres que dedican años de su carrera para formarse académicamente en un nicho que les apasiona con la finalidad de convertir el trabajo en hobby.
Sin ánimo de que mis palabras retumben a modo reivindicativo, me enorgullece saber triunfadoras a todas las que han atravesado un arduo camino para destacar en sus carreras a pesar de las diferencias que todavía existen. Me refiero a esos obstáculos como diferencias, evitando utilizar la palabra desigualdad con la que no me siento identificada.
Sin bien es cierto que a lo largo de la historia hemos escalado posiciones en la arena social y en la profesional; de alguna manera paradójica y quizás inconsciente, nos sigue costando aceptar que somos licenciadas, diplomadas, empresarias, inversoras o profesionales en cualquier sector, incluso cuando nos ha tocado reinventarnos poniendo en práctica conocimientos académicos e idiomas en otras áreas que a día de hoy constituyen nuestros trabajos, independientemente de las carreras que escogimos en el pasado.
Este post está dedicado a todas las que aún encuentran dificultad en asumir que son exitosas. Aquellas que en ocasiones titubean al extender una factura por concepto de sus honorarios profesionales. A las mujeres que continúan justificándose en el terreno laboral porque de alguna forma la sociedad se empeña en etiquetarnos con el cartel de “agresivas” cuando llega el momento de facturar.
Tenemos el compromiso con nosotras mismas y con nuestras hijas para cambiar esta tendencia que sigue siendo aceptada sin cuestionamiento. No debemos esperar que sea la sociedad quien modifique esa conducta inerte que viene fortaleciéndose desde hace décadas. Somos nosotras las que debemos plantar cara apoyándonos unas a otras con el propósito de vencer esa diferencia de género que nos afecta moral, profesional y económicamente.
El título de la reseña de este mes tiene un significado especial. Se trata del nombre de la muestra temporal expuesta en la galería Badr El Jundi en Marbella cuya curadora es una amiga excepcional. Licenciada, consultora de arte y curadora en el ámbito privado del sector, egresada con una maestría de Christie´s Nueva York. Un ejemplo a seguir a la hora de saber posicionar su trayectoria como experta en el complejo mundo del arte.
Decidí replicar el nombre de la exhibición porque en definitiva, el transcurso de la vida es una yuxtaposición entre ese lado salvaje y retador con la oposición dulce, serena y conciliadora, aportándole al trayecto un sabor agridulce que nos empuja a superarnos a nosotras mismas.
La mayoría de las mujeres de mi entorno son profesionales impecables cuyas características más relevantes es el ejercicio de la disciplina en la auto-superación. Este post va dedicado a cada una de ellas, que luchan a diario en el árido terreno profesional.
Empecé a escribir esta reseña el 14 de agosto. 48 horas más tarde coincidiendo con un hecho lamentable, hoy 16 saltó a la palestra la noticia sobre el totalitarismo de los talibanes en Afganistán. Por consiguiente, en este párrafo, a diferencia del segundo, no solo reivindico sino que grito alto y claro para exigir dejar de mirar hacia otro lado cuando la barbarie retorna a esclavizar sexualmente a mujeres y niñas suprimiendo por completo los derechos y la figura de la mujer en la sociedad.
Alzo la voz en nombre de todas las mujeres que de alguna forma son víctimas de cualquier tipo de represión. Esta es mi dedicatoria. Va por ellas.
En otro orden de ideas, para todas aquellas que estén en Málaga, Estepona o Marbella, les facilito los datos de la exposición mencionada en párrafos anteriores:
Galería de Arte Badr El Jundi
Exposición “Salvaje Y Dulce” – Curadora Gabriela Vera
Fechas: 13.08.2021 al 3.10.2021
Carr. De Cádiz, Km 166. Hotel Anantara Villa Padierna Palace, Benahavís, Andalucía